lunes, 5 de marzo de 2012

John C. Wright: un ateo que retó a Dios y fue visitado por la Virgen y la Santísima Trinidad

John C. Wright, casado y con tres hijos pequeños, paga las facturas escribiendo manuales de informática, pero tiene bastantes fans como escritor de ciencia ficción. Su trilogía de «La edad dorada» está publicada en español por Bibliópolis, y Berenice ha publicado en nuestra lengua (con una traducción muy mala) sus dos novelas de fantasía de la serie La Guerra de los Mundos (El último guardián de Everness y Las nieblas de Everness).


Wright nació en 1961 y tuvo una juventud «introvertida, llena de libros, irreligiosa, nada atlética». Sus padres eran luteranos, pero dejaron de llevarle a la iglesia cuando él tenía 7 años, y sólo mantenían un cierto cristianismo cultural.

«Por muchos años he sido ateo, y un ateo vehemente, argumentativo y proselitista; no veía ninguna otra posibilidad para un pensador lógico», explicó en una entrevista en MostlyFiction.com.

En su blog, en septiembre de 2011, añadía: «yo era un campeón del ateísmo que daba argumentos a su favor tan convincentes que tres de mis amigos dejaron sus creencias religiosas debido a mi capacidad de persuasión, y mi padre dejó de ir a la iglesia».

«Mi reciente conversión al cristianismo fue un milagro, causada por una revelación sobrenatural, que satisfizo mi escepticismo en ese área y salvó mi vida. Para mi sorpresa, descubrí que sigo siendo un pensador perfectamente lógico. Sostengo que es insuficiente afirmar que puesto que el razonamiento humano no encuentra evidencia de un Ser Divino, tal ser no existe. La conclusión adecuada sería que los humanos, sin la asistencia e intervención de un ser divino, no pueden llegar a conocerle: una conclusión que creo que hasta los ateos admitirán», añade.


Ateos: equivocados en todo menos en religión

En noviembre de 2003, con 42 años y después de muchos años de debate con amigos ateos, Wright llegó a una conclusión: excepto en lo relativo a lo sobrenatural y la existencia de Dios, «mis colegas ateos se equivocaban de forma horriblemente cómica en cualquier punto básico de filosofía, ética y lógica, mientras que mis odiados enemigos cristianos tenían razón». Menos en lo referente a Dios y la religión.

«Siendo un filósofo, no un pedante, sometí el asunto a una prueba empírica. Por primera vez en mi vida recé. Dije: Querido Dios, no hay forma lógica en que puedas existir, e incluso si aparecieses ante mí en carne y hueso, te consideraría una alucinación. No se me ocurre ninguna forma o evidencia, no importa lo clara que sea, para que me demuestres tu existencia. Pero los cristianos dicen que eres benevolente, que mi falta de creencia en ti me condenará inevitablemente. Si, como dicen, te importa si me condeno o no, y si, como dicen, eres sabio y todopoderoso, puedes demostrármelo aunque sé que es algo lógicamente imposible. Gracias por adelantado por cooperar en este asunto. John C. Wright.»

Pasaron tres días. Wright estaba tranquilo y satisfecho de ser «lógico, objetivo y de mente abierta». Y sucedió. En sus palabras:

«Sin aviso previo, tuve un ataque al corazón, y caí al suelo, gritando y moribundo. Entonces, me salvé de una muerte cierta sanado por fe (»by faith-healing«). Tras lo cual, sentí que el Espíritu Santo entraba en mi cuerpo, tras lo cual, inmediatamente fui consciente de mi alma, una parte de mi que hasta entonces pensaba que no existía. Me visitó la Virgen María, su Hijo, Su Padre, por no mencionar otros varios espíritus durante varios días, incluyendo periodos de éxtasis divino y una conciencia de la unidad mística del universo…»

Y continúa:

«Y una semana o así después de eso, tuve una experiencia religiosa en la que entré en la mente de Dios y vi la indescriptible simplicidad y complejidad, amor, humor y majestad de Su pensamiento, y entendí el gozo más allá de toda comprensión y entendí la unidad que subyace en todas las cosas, y la paradoja del determinismo y la libre voluntad me quedó clara, así como la naturaleza sinfónica de la profecía. Se me mostró la estructura del tiempo y del espacio.»

«Y entonces Cristo en una visión me dijo que Él sería mi juez, y que Dios no juzga al hombre. Se lo expliqué a mi esposa. Y un mes después, mientras por primera vez leía la Biblia –más allá del mínimo indispensable de la escuela– encontré el párrafo de Juan (Juan 5,22), que nunca había visto antes, que ningún cristiano nunca me mencionó, donde dice eso mismo con esas palabras. Y después he visto como una o dos docenas de oraciones eran respondidas de forma milagrosa, tanto que ahora me parece una rutina normal, más que un acto extraordinario de la fe».

En diciembre de 2006, también en su blog, Wright describía así su experiencia, detallando algo más su encuentro con la Virgen:

«Lo que vi fue tan simple como el amor mismo, e igual de misterioso. No fue una vaga luz o sensación difusa la que encontré, sino personas con las que hablé, un espíritu, un apóstol, la Señora, el Paráclito, el Mesías, y el Padre. El Espíritu Santo entró en mi alma, le sentí hacerlo, y algo cambió dentro de mí: la gracia fue vertida en mí como en una pequeña copa, vino alquímico que convierte el latón en oro.


Media docena de experiencias místicas

Debería decir «experiencias», en plural. No una, sino seis, en un lapso de meses, y que continúan hasta hoy. He visto visiones y experimentado milagros, he visto oraciones respondidas y ocurrir cosas aún más extrañas. Un único evento sobrenatural sería suficiente para convencer a un ateo honesto acerca de la existencia de algo en el universo que no encajaría en el modelo materialista, científico. Yo he tenido media docena de tales experiencias, cada una diferente en naturaleza, duración y tipo respecta de las otras: una vergüenza de evidencia; abrumadora; definitiva.No encontré a un dios genérico, el dios de los filósofos, o algún Ser de Luz de la New Age. Encontré a tres personas de la Trinidad, una tras otra.

Y María. Hablé con ella. Desearía poder hablaros de su ternura, su simple y llana bondad de corazón. Ella está más alto ahora que cualquier reina, y vive donde el gozo vive siempre, y espíritus luminosos la rodean como velas votivas, pero desearía poder hacer algo, cualquier cosa para deshacer los dolores que conoció en vida. Pobre mujer. Pobre, pobre mujer. Si esto fue todo una alucinación, si fue todo locura, de verdad que aún así la creería, sólo por la ínfima posibilidad de verla nuevamente en el cielo, y sostener su mano nuevamente. Sus manos eran las manos callosas de una esclava.»

Y en distintos puntos de su blog advierte que «no puedo decir más que lo que he dicho; se me pidió que no lo hiciera; quizá ya he revelado más de lo que debía».


Sin renunciar a la razón y la filosofía

¿Qué pasa cuando un hombre que se considera lógico y racionalista, capaz de sentarse y llevar ideas lógicas a grandes distancias como para escribir ambiciosas historias de ciencia ficción, con trabajadas argumentaciones, descubre a Dios por pura gracia mística?

Una tentación es caer en el fideísmo y despreciar el pensamiento racional. Pero Wright descubrió que en el catolicismo la razón y la lógica es apreciada, y que solo los fundamentalistas (ateos o cristianos) la desprecian.

«El cristianismo resulta ser una mejor filosofía que la filosofía misma. Es una visión del mundo racional, auto consistente y significativa, una que promueve la virtud y la honestidad, y al mismo tiempo una actitud filosófica hacia el sufrimiento. La filosofía pagana, como la de Aristóteles y Platón, llamaba a los hombres a vivir y morir como hombres con un alma grande, como estoicos, y a vivir honesta y honorablemente, sin temor: pero su mundo era tal que incluso Aquiles era una sombra en el hades, su universo, uno donde el temor es racional, pues el motor inmóvil no se moverá para salvarte. El estoicismo, la doctrina de Epicteto y Marco Aurelio, Séneca y Cicerón, explica lógicamente por qué es mejor vivir una vida según la Naturaleza, pero no dota al alma con las armas necesarias para hacerlo. La filosofía moderna, las especulaciones y devaneos de Rousseau, Nietzsche, Sartre, Marx, Russell, Wittgenstein, es basura, y un niño de escuela puede detectar las contradicciones, inhumanidades, y patentes absurdos en su trabajo. El cristianismo hace todo lo que estos pensadores se proponen hacer, y además te entrega las catedrales y la Pasión de San Juan, la Navidad y John Milton.»

«La religión cristiana pone un énfasis en la razón que otras religiones, salvo el judaísmo, no comparten, o no al mismo nivel. Ninguna de ellas menciona el LOGOS, el principio racional, la palabra, emanada directamente del Padre. La encarnación hace del Dios cristiano más humano y humanitario que el Dios que vemos en el Antiguo Testamento o en el Corán. El Dios de la trinidad no está solo.»

Niños, ciencia y libertad

«El cristianismo parece ajustarse más al modo en que la vida humana realmente es, comparado con otras religiones, al menos en mi humilde apreciación. Hay una preocupación y amor por los niños que no he notado en otras religiones, una santidad hacia el matrimonio, una preocupación por la vida humana, una preocupación por la monogamia, por el valor individual, más central a la tradición cristiana que a la tradición de otras religiones. La cristiandad barrió la esclavitud en el mundo, la cristiandad inventó la ciencia [lo argumenta con clérigos como Copérnico, Mendel, Lemaitre, Alberto Magno, Roger Bacon, Pierre Gassendi, Boskovich, Marin Mersenne, Grimaldi, Oresmes, Buridan, Grosatesta, Clavius, Nicolas Stenon, Atanasius Kircher y laicos católicos como Galileo, Descartes, Pasteur, Pascal, Ampère, Coulomb, Fermat, Lavoisier, Volta, Cauchy y Pierre Duhem]. Si el cristianismo fuera enemigo de la ciencia, occidente sería la más atrasada de las potencias tecnológicas, y los chinos, siguiendo al pragmático y mundano Confucio, serían los líderes.»

En cuanto a los argumentos con los que amigos o conocidos ateos respondieron a su testimonio, quedó defraudado. «Yo era uno de vosotros y era muy bueno en mi trabajo, y me avergonzáis con la debilidad y tontuna de vuestros intentos en algo que antes yo hacía tan bien», responde en su blog a algunos comentarios.

«El argumento de que los milagros son increibles porque no se pueden creer, incluso si no fuese circular, es menos persuasivo de lo que parece a primera vista, sobre todo cuando se lo dices a un escéptico que sin embargo es testigo de varios milagros, oraciones respondidas, visiones, experiencias religiosas, conocimiento de hechos antes de que sucedan, etc… Obviamente, yo que he visto milagros ex postiori, no puedo adoptar a priori la postura de que los milagros no pueden existir, no sin perder mi integridad como filósofo o mi honor como hombre».

Preparando un libro

Han pasado casi 8 años desde su experiencia mística y su curación milagrosa del ataque de corazón. Wright sigue escribiendo novelas de ciencia ficción (y manuales de informática). Pero ha firmado con una editorial el proyecto de un libro de apologética cristiana. «Mi plan es que cada capítulo vaya alternando cartas que mi antiguo yo escribe a mi yo actual, y viceversa; así se desarrolla un diálogo entre las ideas teístas y ateas sin que interfiera la personalidad del filósofo, que en este caso es la misma. Por ahora se titula: 'Cartas del mañana'»