sábado, 7 de junio de 2014

Vodafone: los gobiernos tienen acceso directo a tus conversaciones y queremos que esto termine

Vodafone, una de las mayores operadoras a nivel mundial, ha reconocido oficialmente algo que muchos sospechaban desde hace tiempo. La compañía, que opera en España y en otros muchos países de nuestro entorno, afirma en un estudio publicado hoy que en sus sedes y data centers hay "cables secretos" que permiten a agencias gubernamentales interceptar los contenidos de las llamadas y mensajes de los usuarios.

Vodafone explica que agencias de diferentes países han conectado cables a su red de telecomunicaciones, pudiendo conocer tanto el contenido de las conversaciones como la localización de los usuarios. Algunas asociaciones en pro de la privacidad han considerado estas revelaciones como "la pesadilla hecha realidad".

The Guardian explica que esta forma de operar por parte de las agencias convive con las peticiones oficiales de información que los gobiernos pueden hacer a las telecos. El medio británico explica que Vodafone -y posiblemente otras operadoras- tiene salas o cuartos en sus sedes de acceso restringido, en las que se producen estas conexiones directas con su red sin que otros empleados tengan conocimiento de ello.

Vodafone también ha reconocido las solicitudes de información que ha recibido en los diferentes países en los que opera. En el caso de España, la operadora reconoce haber recibido 48.679 peticiones relacionadas con los metadatos de los usuarios y 24.212 para obtener directamente los contenidos de las llamadas y mensajes.

La operadora ha hecho públicas estas tácticas para "acabar con la posibilidad de que los gobiernos obtengan datos de sus ciudadanos a través del acceso directo a sus comunicaciones", dice Stephen Deadman, directivo de la compañía y especializado en el ámbito de la privacidad. "Estos cables y tuberías existen, el acceso directo existe", reconoce.

Estas declaraciones se producen cuando se cumple un año de las revelaciones de Edward Snowden sobre la forma de operar de la NSA. Doce meses después podemos afirmar que el espionaje masivo en numerosos países Occidentales no es una distopia, sino una triste realidad.

Vía | The Guardian