Markus es un hombre autista, no va a madurar nunca y tampoco lo desea. "La mayoría de la gente no lo entiende, a mis padres también les parece mal", dice. Su motivación se centra en jugar y divertirse, intentar lograr el reconocimiento de su padre y la cuestión de si puede encontrar su papel en esta sociedad.
El documental acompaña a Markus durante un año. No quiero ser normal ni tampoco ir con la corriente. Quiero vivir a mi manera". Markus vive en Duisburgo. Su apartamento está repleto de juguetes, herramientas y, sobre todo, detectores de movimiento con sonido: ranas que croan, Elvis cantando, un muñeco de nieve que habla. Markus se divierte y se pasa horas jugando con ellos; un hombre que prefiere escuchar historias para niños y beber cacao. Markus es un autista que permite la proximidad de otras personas. Peinado a lo príncipe valiente y con muñequitos en la mano, no tiene el aspecto usual de un adulto. Su padre, sobre todo, desea que Markus madure de una vez. La madre lo cuida e insiste en que salga y conozca gente para que no se quede totalmente aislado. Y así fue que Markus descubrió su amor por las personas con síndrome de Down, a los que llama sus "downies". "Me aceptan como soy. No cuestionan mi forma de ser. Y eso me gusta".