Les dejo un análisis geopolítico de Vladimir Yevséev, Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales y en mi opinión erróneo. Claro que a Israel no le interesa atacar a Irán y que algunos mandos militares y de inteligencia del estado hebreo se dan cuenta de las terribles consecuencias que podría ocurrir de llevarse a cabo, pero la ansiedad producto de una mentalidad que apuesta por la denominada "guerra preventiva" es superior a las dosis de prudencia necesarias para evaluar la situación con frialdad. Si Israel no ataca en los próximos meses, tendría que olvidarse de Irán, pues ya dispondría de cabezas nucleares, lo que para el gobierno israelí es hecho sumamente grave, que como ellos afirman,aunque no se iniciase un conflicto bélico, supondría el fin de la hegemonía de Israel como potencia nuclear en Oriente Medio, además de que países como Arabia Saudí también tendrían deseos de hacerse con cabezas nucleares, dispuesto si es necesario a comprarlas si Irán sigue con su programa nuclear según informa World News en un artículo Report: Saudi Arabia to buy nukes if Iran tests A-bomb. Mientras el presidente iraní, Ahmadineyad, anunció que habría novedades importantes en cuanto al avance de su programa nuclear y serían dados a conocer al mundo, según informa la periodista, Parisa Hafezi, en una información facilitada por http://noticias.terra.com.pe/
En los últimos tiempos el problema iraní parece estar traspasando los límites de un asunto de seguridad nuclear y adquiriendo carácter global.
Ello se debe a la cada vez más intensa lucha por el liderazgo regional, en la que se enfrentan Arabia Saudí, Irán y Turquía en condiciones de disminuida influencia de Estados Unidos en el Oriente Próximo y Medio.
La situación, sin embargo, se agrava por las no demasiado meditadas declaraciones de los representantes del poder legislativo y ejecutivo de la República Islámica de Irán, consistentes en amenazar con bloquear el estrecho de Ormuz. Esta arteria sirve para el transporte de un 40% de todo el petróleo y sus derivados, así como de cantidades significativas de gas licuado.
Al mismo tiempo, sólo el estrecho Golfo Pérsico separa al Ejército iraní de la V Flota de Estados Unidos, con el número total de 20.000 efectivos estacionados en buques de guerra y de escolta y de 3.000 efectivos empleados en servicios de tierra.
En ciertas ocasiones las lanchas rápidas y los mini submarinos de la clase Ghadir iraníes se han acercado demasiado a los buques de guerra estadounidenses. Ello podría desencadenar enfrentamientos marítimos armados y un posible inicio de las acciones bélicas, independientemente de que las partes lo deseen o no.
Israel sin lugar a dudas no tiene intereses territoriales en el asunto, pero se muestra altamente preocupado por la seguridad internacional en las zonas cercanas a sus fronteras.
Tras las amenazas de bloqueo del estrecho de Ormuz emitidas por Teherán, Estados Unidos ha procedido a aumentar su presencia militar en la región.
Contrariamente a la opinión de numerosos expertos, Israel no se precipitará a asestar un golpe militar contra las instalaciones nucleares de Irán, porque se da cuenta de la gravedad de las posibles consecuencias de este paso. Independientemente de los resultados de la operación, el mundo islámico acusará a Tel-Aviv de haber agredido a un Estado hermano, complicándose las relaciones entre Israel y Egipto y posiblemente también Jordania, Libia y Turquía. Podría agravarse asimismo el enfrentamiento entre palestino-israelí e intensificarse el aislamiento político del país.
Es posible también que a modo de respuesta el territorio de Israel fuese atacado con misiles desde la Franja de Gaza y los territorios de Líbano que permanecen bajo el control del grupo islamista Hezbollah. De acuerdo con algunas estimaciones, se dispone de suficientes misiles para poder abarcar todo el territorio israelí.
De modo que, debido a una serie de motivos, es preferible que Tel-Aviv se mantenga al margen del conflicto militar con Irán, delegando en este asunto en Estados Unidos.
Al mismo tiempo, en Washington tampoco se dan unas condiciones óptimas para el uso de la fuerza en la solución del problema iraní. Precisamente la grave situación económica obstaculiza la reelección de Barack Obama como presidente del país y hace plantearse la reducción de la presencia militar en Afganistán. En estas circunstancias sería muy arriesgado iniciar una nueva guerra de envergadura regional sin tener para ello motivos de peso. El bloqueo del estrecho de Ormuz sí que podría considerarse una razón suficiente. Este desarrollo de los acontecimientos, sin embargo, parece poco probable.
Irán está construyendo una segunda planta de enriquecimiento de uranio
Dadas las circunstancias, los círculos militares israelíes dudan de que se les preste asistencia en la solución del problema. Es difícil emitir un pronóstico al respecto, porque de momento ni en Estados Unidos ni en Europa se considera en serio la posibilidad de un enfrentamiento militar con Irán. Sin embargo, el vínculo entre Washington e Israel es demasiado estrecho, lo que le permite a Israel esperar, en caso de necesidad, apoyo militar por parte de EEUU.
Además, Israel ve con escepticismo las sanciones políticas y económicas que se están introduciendo contra Irán por la comunidad internacional, a excepción de las recientes y bastante severas sanciones de la UE, relativas sobre todo al sector bancario. Tel Aviv considera que dichas medidas son insuficientes y busca dificultar al máximo la ejecución de los programas nucleares y de construcción de misiles de Irán.
Los intentos de Israel dan sus frutos: en noviembre pasado se produjo una serie de explosiones en una de las bases militares de los Guardianes de la Revolución Islámica, situada a unos 45 kilómetros al sur de Teherán. De acuerdo con los datos que se encuentran a disposición de la parte israelí, fue destruido el polígono de pruebas de misiles balísticos Shahab-3. Falleció el cargo militar que dirigía las pruebas de los misiles de este tipo.
Al mismo tiempo, sería ingenuo suponer que el Ejército de Israel no considera la posibilidad de asestar un golpe contra las instalaciones nucleares iraníes. Lo que se intenta evaluar es la eficiencia de esta operación, dada la distancia existente y el alto grado de defensa de la infraestructura nuclear de Irán.
Así, la planta de enriquecimiento de uranio en la ciudad de Natanz se encuentra a una profundidad de 8 metros y está protegida por varias capas de hormigón armado. La planta de Fordo está instalada dentro de una montaña, sirviendo de acceso a esta instalación cinco túneles. De modo que Israel carecería de potencial militar necesario para llevar a cabo una destrucción eficaz de los numerosos objetos nucleares en el territorio iraní.
No obstante, este argumento no es motivo de renuncia de un ataque con misiles por parte de Tel Aviv. Todo parece indicar que se planea asestar un golpe contra los objetos más importantes, atacando desde el aire y desde el mar y enviando unidades especialmente formadas para el sabotaje.
La sociedad israelí no duda de que Irán presenta peligro para el país. No obstante, la posible operación militar no se aborda siquiera a nivel de expertos. Lo más probable es que se deba a un alto nivel de confianza hacia los altos mandos israelíes y al miedo a la fuga de información. Es decir, la correspondiente decisión será tomada por los encargados de los asuntos de seguridad de Israel en base a los datos de inteligencia que confirmen que Teherán no se contenta con el potencial existente y está desplegando preparativos para realizar pruebas nucleares.
En caso de ser recibidos y confirmados estos datos por el servicio de inteligencia israelí Mossad, cabrían muchas posibilidades de un ataque de Tel Aviv contra las instalaciones nucleares y de construcción de misiles de Irán.
Israel no busca un enfrentamiento militar con Irán, porque este guión entrañaría para el estado judío consecuencias negativas, sean cuales sean los resultados de la operación. Sin embargo, la decisión de Irán de cruzar la llamada línea roja, optando por realizar pruebas nucleares, no tardaría en ser correspondida por Israel con un golpe militar.
La operación con toda probabilidad será apoyada por Estados Unidos, hecho que podría desencadenar en una guerra regional de graves consecuencias. Por lo tanto, es de interés de todas las partes mostrar la máxima contención y cautela.
* Vladimir Yevséev es Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales