El youtuber Chechu Leduc hace una interesante reflexión sobre la ilegalidad de la poligamia en España (está tipificada como delito por el código penal español). Le parece irónico que un hombre no pueda formalizar una relación con varias mujeres en término de marido y esposas o una mujer no puede hacer lo propio con varios hombres y sin embargo, se dé prioridad a la lucha de las diversas identidades de género.
Coincido plenamente con él. A mí me parece sorprendente que grupos feministas denuncien un local de strip tease donde una mujer mayor de edad baile casi desnuda de puertas para dentro de un local para un grupo de hombres mayores de edad que han pagado entrada y consumicion y pidan la clausura del local. Sin embargo, ni se inmuten cuando varios hombres bailen casi desnudos delante de niños de 7 u 8 años el día del Orgullo Gay.
Este movimiento surgido de Estados Unidos que se enfoca en las defensas enconadas de las minorías como si fuesen sus mascotas favoritas ha hecho daño a la izquierda en términos electorales y en protestas en las calles. Muchas personas dejaron de militar en movimientos de izquierda al sentir que ya no luchaban por la clase obrera o por mejorar las condiciones de vida de las personas pobres que son la mayoría, sino por luchar por colectivos cuya característica fundamental era tener una orientación sexual determinada, ser o sentirse mujer.
Una explicación puede ser la siguiente: existen sociedades tradicionales donde la poligamia es una práctica permitida. Por ejemplo, en países musulmanes, y estos países tienen una tasa de natalidad mayor que países europeos dónde el colectivo LGTBI+ cuenta con respaldo institucional. ¿Será que esa elite quiere fomentar bajas tasas de natalidad a nivel mundial? Está claro que tener relaciones íntimas entre personas del mismo género impide la procreación.
El youtuber concluye que esto no va de lucha por las libertades individuales sino de ingenieria social por parte de una elite que quiere sentirse como Dios, seres moralmente superiores por encima del bien y el mal que han decidido realizar un experimento social para enfrentarnos en debates estériles y absurdos, desviando así la atención de otros problemas más graves que quizá no tengan solución.