domingo, 3 de octubre de 2021

La ilustre degeneración del Juego del Calamar



Una serie de TV surcoreana se ha vuelto muy popular después de ser transmitida por Netflix y se ha convertido en un éxito total tanto de audiencia como de crítica.

Un grupo de ciudadanos surcoreanos con algún inmigrante pakistaní  entre ellos y que se caracterizan por pasar dificultades personales, familiares, económicas o que son perseguidos por la ley son escogidos por una organización dirigida por un grupo de hombres ricos y poderosos que con tanto dinero, no saben qué hacer con sus vidas. El objetivo es participar en varios juegos infantiles y el que gane se llevará un cuantioso premio económico que podría resolver sus problemas.

Los concursantes son llevados de forma secreta a una isla; son varios cientos de hombres y mujeres que tendrán que superar una serie de juegos pero si fracasan son asesinados por un grupo armado de esta organización. Solo un concursante puede quedar vivo y llevarse el premio. 

Lo paradójico, es que después de la primera prueba y ver como los que no la han superado, mueren asesinados a tiros. Muchos de los supervivientes protestan y quieren irse a sus casas presas del miedo. Las reglas impuestas por la organización les permiten abandonar después de realizar una votación democrática entre los participantes del juego en la que la opción de no seguir jugando obtiene mayoría simple por solamente un voto de diferencia pero, después de regresar a sus vidas mundanas, los concursantes experimentan de nuevo el infierno cotidiano de sus vidas y la gran mayoría terminan volviendo  a la isla para proseguir el extraño desafío. 45.600.000.000 Won surcoreanos están en juego. O lo que es lo mismo, 38.616.021 de dolares estadounidenses.

El argumento de esta serie no se podría entender si no fuese por el origen de su director Hwang Dong-hyuk

La presión psicológica que sufren los ciudadanos en países como Japón y Corea del sur para tener éxito en los estudios o en el trabajo es brutal. Los ciudadanos que no son capaces de aguantar el ritmo o tienen problemas, son relegados a un segundo plano o marginados por la propia familia y la sociedad. Se convierten en desechos y esta serie pretende ser una crítica a ese modelo social imperante en esos países orientales.

Durante el transcurso de las pruebas y los descansos, la presión por sobrevivir y ganar el premio multimillonario vuelven a la inmensa mayoría de las concursantes en seres egoístas, cobardes, violentos, dubitativos, arrepentidos, desconfiados traicioneros y en ocasiones al borde de la locura , aunque también se atisba algunos momentos dónde impera el trabajo en equipo, la lealtad, la amistad y bondad con el más débil e indefenso. 

Durante la trama, un jóven policía investiga la desaparición de su hermano y consigue infiltrarse dentro de los juegos. Horrorizado se da cuenta de lo que está pasando y trata de reunir pruebas para que la policía intervenga y detenga a los responsables. Él piensa que su hermano ha sido una víctima y después de reunir las pruebas intenta huir de la isla y ponerse en contacto con sus superiores. Durante la persecución es acorralado y hay un breve negociación por parte del jefe de la guardia. Para su sorpresa, su hermano desaparecido es el jefe de la guardia armada que asesina a los concursantes perdedores, a los que después extrae los órganos para venderlos en el mercado negro.

También se ve a una serie de hombres multimillonarios de habla anglosajona que son invitados VIP y que ven los juegos parapetados detrás de una gran pantalla. Hacen alarde de impunidad y de dinero. Para ellos apostar una cantidad importante dinero por un concursante y que éste muera, solo supone una pequeña condición. Sienten emoción por ver a un grupo de personas exponiendo sus vidas y curiosidad por las decisiones que van a tomar para mantenerse con vida. Desde la comodidad que les brinda el anonimato de no ser vistos, a veces, no logran comprender porque alguno de los concursantes toman una determinada decisión. Durante la serie percibo influencias de películas como The Game dirigida por David Fincher que involucran a su protagonista en una trama de terror que después resulta ser una broma pesada, los juegos de hambre dirigida por Gary Ross que reflejan una distopía donde ciudadanos de una clase social inferior se enfrentan para divertimento de una clase dirigente o películas como "Eyes Wide Shut" del mítico cineasta Stanley Kubrick o para entrar en más detalle,  a las fiestas que organizan los Rothchild por el uso de trajes y máscaras lujosas en un ambiente elitista.

La trama tiene un final que a mí no me sorprendió tanto pero entiendo que a otros sí.

El superviviente es citado en un edificio lujoso y en una habitación, se encuentra un hombre anciano, casi moribundo. El organizador del juego era paradójicamente, un anciano multimillonario con serios problemas de salud que participó en los juegos y fingió su propia muerte haciendo ver al personaje protagonista de la película que lo había ayudado en varias ocasiones, apiadándose de su invalidez, que lo había dejado ganar.

El ganador y único superviviente del juego le pide explicaciones de cómo él y otras personas habían organizado un juego tan macabro en el que centenares de personas habían sido asesinados por perder el juego.

Él intenta ofrecer una explicación que las personas multimillonarias y las personas que se ven ahogados económicamente tienen algo en común: ya no encuentran nada de interés que les permita disfrutar en la vida. Le recuerda que participó de forma voluntaria, que los concursantes abandonaron el juego una vez después de realizar una votación democrática y la gran mayoría volvieron, conocedores de los riesgos que corrían. ¿Qué por qué organizó unos juegos así?  Por pura fustración en su vida actual, no había nada que le sirviese de aliciente en su condición de viejo decrépito y, simplemente quería recordar algunos juegos infantiles y revivir momentos de su niñez y que el concursante superviviente le ayudó a conseguirlo.

El anciano multimillonario le pregunta si no ha perdido la fe en el ser humano después de todo lo que ha visto.  Le dice que se mire por la ventana y que verá a un hombre mayor mendigo a la intemperie al que califica de "desecho social" y le muestra que tiene serias dudas que algún transeúnte se preocupe de él y hace una apuesta con el concursante superviviente de que nadie se ocupará de suerte antes de que llegue la medianoche, una apuesta que termina perdiendo: un coche patrulla de policía del que baja un ciudadano vestido con ropa de calle, se preocupan del anciano.

El concursante superviviente después de haber ganado una cantidad de dinero importante, cumple algunas promesas que hizo como la de ocuparse de la familia de una compañera de juego que murió durante el concurso pero no hace apenas uso del dinero que consiguió después del premio. Traumatizado por la experiencia, el concursante superviviente sigue llevando la vida caótica y descubre a otra persona en su situación que ha contactado con el mismo hombre que le introdujo en ese horrible juego.  El protagonista llama por teléfono a esta organización y le advierte que no olvida lo que le han hecho. La poderosa organización le insta a olvidar los hechos y a que se vaya fuera del país.

El final de la primera temporada de la serie queda abierto a una posible continuación de la misma.

Nota del blogger: 

La trama de la serie "El Juego del Calamar" que parecen sacados de una novela de ficción, ocurren en la realidad. Son experimentos sociológicos y sádicos llevados a cabo por agencias de inteligencia y grupos de poder como reyes y miembros de Familias Reales  oligarcas del mundo empresarial, las finanzas y la política. Esta elites no suelen tener buena opinión de la gente porque han visto como en su mayoría se comportan en la adversidad y como dijo un famoso escritor de best-sellers y portavoz del régimen que dirige España: "Somos gentuza que si no extermina es porque no puede". Un periodista de origen ruso asegura que esa misma elite se refieren a nosotros como una masa sucia ignorante de comilones inútiles digna de ser sacrificada en su gran mayoría porque según ellos, somos demasiados en este planeta y ponemos en peligro su sostenibilidad.

Y aunque esta elite se crea lo no va más en inteligencia, lo cierto que su comportamiento no dista en gran medida de esas personas con estudios básicos o jóvenes que solo valoran el aspecto físico y superficial y que son consumidores masivos de  programas como Gran Hermano o Salvame Deluxe. Desde sus pantallas de ordenador, teléfonos móviles o escribiendo en las redes sociales, deciden que concursantes o tertulianos merecen ser sacrificados y quienes se quedan fuera dentro de estos programas. E incluso establecen un vínculo emocional absurdo que les hace sentirse amigos, cómplices, jueces y hasta verdugos. 

Recuerdo como anécdota lo que le dijo una señora mayor por teléfono en directo en un plató de televisión a un concursante de Gran Hermano: ¿Pero como te puedes ir con una mujer como esa? A lo que el concursante respondió de forma airada: "Usted señora, no me conoce de nada. A mí solo me conoce bien mi papá y mi mamá." Y esto lo escuché de soslayo , haciendo zapping en TV cuando no disponía de Internet. A saber la cantidad de burradas que habrán dicho y que he perdido. Porque algo me dice, que si me obligasen a ver este tipo de programas durante un mes entero, mi opinión sería mil veces peor que la que tengo ahora.