Manifestantes en contra de la explotación sexual de niños protestan frente a la Corte Suprema del estado de Washinton. |
El tráfico humano es una actividad criminal cruda y ampliamente difundida, y muchas de las implicaciones de esa lacra tienen que ver con el abuso de niños, forzados a la prostitución por individuos que operan redes de lo que en la práctica es una forma de esclavitud sexual. En Estados Unidos se trata de un crimen y una tragedia que son estremecedoramente frecuentes y extendidos.
Una modalidad de ese abuso que estaría en auge es el uso de habitaciones de hoteles como "centro de operaciones" de actividades de tráfico sexual y prostitución forzada, incluso de menores de edad. Así, los sujetos que operan redes de prostitución estarían usando hoteles para encontrarse con sus clientes y llevarlos a habitaciones donde personas forzadas a prostituirse reciben a su "clientela". Al operar en hoteles no solo esas acciones quedan mejor cubiertas del escrutinio público sino que las víctimas, las personas obligadas a prestar servicios sexuales, están controladas, confinadas en habitaciones.
La organización Ending Child Slavery At The Source (ECPAT USA) ha denunciado esta circunstancia en Estados Unidos, pues muchas de las víctimas de este tráfico sexual son niñas, niños y adolescentes. Pero, como se muestra en un video testimonial de una campaña de ECPAT USA al respecto, los administradores y empleados de los hoteles donde se cometen actividades de prostitución infantil podrían hacer mucho más para evitar este delito, y en realidad en muchos casos no hacen nada.
El testimonio es crudo: una joven que confiesa tener 13 años (aunque a sus clientes les dice tener 17) cuenta cómo ella ha conocido todo tipo de hoteles, los agradables y los desagradables, y como en ellos ha tenido que tener sexo con hombres, uno tras otro. Y afirma además que no entiende cómo al toparse con empleados de hotel por lo general estos no hacen nada, aunque sospechen que ella está siendo sometida a tráfico sexual. Esos empleados, concluye el testimonio, podrían ayudar en lugar de simplemente voltear hacia otra parte.
Ante ello, EPCAT-USA se ha movilizado junto a organizaciones del sector turismo para promover un código de conducta que ayude a frenar y combatir el tráfico sexual de menores. El código es de aplicación voluntaria, pero la idea es que sirva como lineamientos de ética y responsabilidad para combatir el flagelo de la explotación sexual.
En líneas generales, el código incluye que los hoteles entrenen a su personal en materia de derechos de los niños y sepan cómo denunciar actividad sospechosa, que incluyan en sus contratos comerciales (al alquilar habitaciones) una cláusula que específicamente repudie la explotación sexual de niños e indique que habrá cero tolerancia ante ello, y que se informe a sus huéspedes sobre derechos de los menores y cómo reportar casos de abuso. La idea es que tanto hoteles como viajeros colaboren para poner un alto a la prostitución infantil en esas instalaciones.
Y no solo quienes trabajan en hoteles, la sociedad en general puede hacer más para abatir ese flagelo. En este contexto, el Proyecto Polaris publicó una lista de las señales que pueden denotar que una persona está siendo objeto de tráfico humano y esclavitud sexual. Entre esos signos, figuran, que una persona trabaje sin paga o solo por muy pequeñas cantidades, en horarios inusuales o por lapsos excesivos de tiempo; que muestre temor, ansiedad, depresión o sumisión; que tenga una mala salud física, esté desnutrida o muestra huellas de abuso físico; que tenga pocas o ninguna posesión y carezca de documentos de identidad y muchas otras situaciones.
Tan solo en 2015, de acuerdo a datos del Centro Nacional de Recursos contra el Tráfico Humano, se han reportado 1,345 casos de tráfico humano en el país. Pero muchos más simplemente no se reportan. De ellos 973 casos tenían que ver con prostitución forzada y en 433 de ellos las víctimas eran menores de edad.
La campaña de EPCAT-USA, así, es un primer paso para arrebatar a los traficantes un espacio clave, los hoteles, donde realizan sus actividades delictivas y, para concientizar a la sociedad sobre el problema real de la esclavitud sexual en Estados Unidos. Cada niña y niño que sean apartados de esa tragedia es un triunfo. Pero el reto es mayúsculo.