18-01-2005
Auteur : J-Pa :. Fla :.
Paseaba debajo el sol con una mochilla grande en la espalda, y me quedaba aún bastante camino delante. Tenía hambre, estaba cansado pero nadie me hacía caso. Tenía todo el tiempo para acabar esta ruta y, sin embargo, andaba muy rápidamente. De golpe me di que cuenta de que no servia de nada darse prisa y que para aguantar mejor tenía que ponerme el talante para disfrutar del instante y dejar de acelerar el paso. Dejar de rebelarme contra una situación sobre cual no tenía ningún poder, canalizar y ahorrar mi energía para intentar de apreciar la lentitud del momento. Los que me conocen van a sonreír de este impulso que corresponde poco a mi temperamento . Pero es justamente porque no es natural que he querido trabajar esta noción, como si buscara así a penetrarme de sus favores y recorrer lentamente mi camino…un día quizás… Introducción Asociamos muchas veces a la lentitud un valor despreciativa : evocar la del espíritu de una persona es una manera de tomarla por un imbécil, y evocar la del administración es un disfunción. Y podríamos enumerar más. No ser « speed » en sus actos y pensamientos, es ser « out », fuera del contexto, aplazado con lo que hay que hacer normalmente. Nuestra época valoriza la velocidad con la cual asociamos la eficacia, la modernidad y de alguna manera la juventud. Es el orgullo del Hombre que ha de imponer su ritmo al mundo frente al de la naturaleza que nos parece más descuidado . En respuesta a esta aceleración, la búsqueda de la lentitud procede de una elección personal, de una altura que intentaré de demostrar lo que puede tener de anacrónica y de seductora pero también de imprescindible individualmente y colectivamente. Por fin, presentaré todo lo que los enfoques francmasónicos deben a la lentitud. Sin empezar por el origen, es común constatar que hace más de un siglo, nuestro mundo ha conocido una frenesí de velocidad. Buscamos la hazaña en todos los niveles que sean técnicos o humanos, con el deporte por ejemplo. Este dinamismo compulsivo se explica solamente con los progresos de la tecnología o más bien dicho, estos progresos son el resultado de la voluntad inconsciente y colectiva de borrar lo antes posible las trazas de una época de guerras espantosas para construir un mundo decididamente nuevo. Probablemente hay de los dos, pero el resultado es que , en muchos niveles, todo ha ido y seguirá yendo más aún rápido. El mundo industrializado empieza, la tecnología lo ayuda dentro de una guerra a tiempo perdido. Lo que hubiera podido ser solamente una facilidad de la vida cuotidiana o del mundo laboral se transformó en una fijación colectiva, un modo de vida que integramos todos como más o menos gracia en nuestro comportamiento individual. Para convencerse de esto, solo hay que recordar las primeras sensaciones sentidas durante un desembarco en una ciudad ritmada o, al contrario, en un país cuya cultura es más descuidada. Muchas veces tenemos el sentimiento de un desfase entre su reloj personal y la de la sociedad dónde metemos el pie. « La velocidad es la forma de extasía cuya revolución técnica regaló al Hombre » escribió Milan Kundera. Y es innegable que no medimos los peligros si nos ponemos todos en este extasía. Todo pasa como si fuera incontestable que une cosa ejecutada rápidamente tenía mas valor que si hubiera estado hecha lentamente. Como si, porque las obras toman menos tiempo, hubiera estado imprescindible poder así dar unas más numerosas. Como si fuera más importante contestar rápidamente que reflexionar a la calidad de su propósito. Como si el tiempo ganado produciera más el bienestar en nosotros, y en cada uno de nosotros. Ilustraciones ¿ Pero eso es tan seguro ? Intentamos por ejemplo de aclararnos. El trabajo es un terreno de excelencia para esta búsqueda de velocidad. Nos quieren dinámicos, competitivos, eficaces, productivos y todo para dar más trabajo en un tiempo dado. Hablamos ahora de « optimización del tiempo ». Eso parece dar resultado en la economía ; la riqueza global del país, los beneficios de las empresas, los dividendos pueden demostrarlo, pero a parte la riqueza nueva no beneficia a todo el mundo, se paga también por la generalización de comportamientos patológicos, de desarreglo psicológicos o físicos por el recurso a la farmacopea y a los productos estupefacientes. En otro orden, entre las numerosas aplicaciones de Internet, el correo electrónico es una de las más populares. ¿Una vez que lo hemos probado, como pasar de su simplicidad, su velocidad y su coste insignificante ? Comunicamos en masa por este canal en detrimento de los otros porque al mismo tiempo, el correo clásico se práctica menos. Me vais a decir : ¿ Y porque no pasar del antiguo al nuevo modo ?… a pesar que el nuevo no hace escribir las mismas cosa. Por preocupación de ahorro de tiempo, cuando escribimos abreviamos las fórmulas de cortesía, sacrificamos el ortógrafo, borramos la caligrafía para teclear sobre un teclado . Peor aún, los mensajes no se quedaran sobre un soporte físico y cada vez tienen una vida limitada. Que quedaría de las correspondencias de Hugo Y la Señora de Sévigné si hubieran conocido el correo electrónico ? Las comidas también ven sus tiempos sacrificados. En Estados Unidos, la pregunta es más sencilla porque no hacen comida colectiva, cogen en la nevera cuando tienen hambre. Aquí , recurrimos a comidas preparadas, que se consumen rápidamente…cuando no vamos en los fast-food. Las tecnologías de transporte han dado un gran paso adelante que permite ( para los que tienen el dinero)irse un fin de semana a Praga o Marrakech y de estar en Francia el lunes por la mañana. El turismo se ha transformado en una industria de masa, la planeta se ha de alguna manera puesta más estrecha. El contacto con otras culturas, el traslado de riquezas de países ricos hacía países los más pobres tienen aspectos positivos pero el viaje tiene otra natura. Para algunos escritores viajero, como Nicolas Bouvier por ejemplo, el viaje es el placer del momento más el del destino. Es la disponibilidad al tiempo y a los otros, es un enfoque tanto dirigido hacía el interior que hacía el exterior para el que lo emprende. Y sentimos bien que descubrir un cumbre montañoso a través de un teleférico no tendrá nunca el mismo peso que alcanzarlo después de horas andando. También la vida enamorada puede ser afectada mientras podamos pensar que se trataba de un dominio donde la velocidad está contra-productiva. Las relaciones se lían y se deslían más rápidamente, el tiempo tienen prisa y los preliminares sufren las consecuencias. Está lejos el tiempo cuando hacíamos la pelota, entramos ahora sin tardear en el tema, los sentimientos profundos vendrán más tarde….o no ! Y está bien aquí el problema : podríamos multiplicar los ejemplos a la infinidad, tanto este comportamiento frenético está solidamente ubicado en nuestra manera de vivir, pero sería inútil porque tenemos todos consciencia que es perverso. En esta misma óptica, esta bien de ver lo que pasa alrededor de le prevención de carreteras : La industria propone, desde decenas, vehículos cada vez más rápido, la publicidad se ha fijado sobre la velocidad y la potencia que daba, asociándole más o menos explícitamente a la virilidad, todo esto para que constatemos los daños que esta embriaguez engendraba. Ahora hay que volver atrás obligar nuestras pulsiones y aprender a aceptar, incluso apreciar, esta lentitud que nos impone. Vemos bien que hacia que derivas nos trae la velocidad pero sin ir mas lejos, dentro de ilustraciones tan dramáticas, puede ser saludable de preguntarse sobre el sentido de que este movimiento da a nuestra existencia. Somos trabajadores eficaces pero somos más ricos y más feliz por esto? Somos más ampliamente, más rápidamente informados que antes pero somos más educados, más reflexionado, más civilizados por tanto? No somos pasando al lado del gusto de lo que vivemos para poder vivir más cosas? Hacemos zapping, hacemos surf, estamos de prisa, corremos como el conejo de Alicia de los países maravillosos, pero hacia que? Por que beneficio? Un absurdo? Y sabemos bien que aunque podamos asociar la eficacia a la velocidad, el bonito es íntimamente liado al lento. Miremos la naturaleza para darnos lecciones de lentitud. Los árboles que crecen lentamente como el olivero, el roble, el bojis dan maderas mas nobles, más duras, más propicias a la escultura, a la obra de arte que las especies que crecen rápidamente como por ejemplo los resiníferos cuya fibra tierna le destinan a obras basta. Y hay muchos otros sector en los cuales la velocidad no es nada un valor añadida. El arte, la creación en lo que sea se acomoda mal de la velocidad. Exige una evolución personal, idas y vueltas, tiempo y escucha de si mismo. Hay que ser un Simenon* para proponerse de escribir ,por desafío, una novela entera en una semana encerrado en una caja de vidrio debajo los ojos del público. ¡Hay que ser genial! Yo, no lo soy, y todos los que se han confrontado al acto de escribir saben muy bien que camino largo hay que seguir : de la reflexión a la satisfacción de un texto presentable Igualmente, una práctica espiritual o religiosa es incompatible con la precipitación. Avanza progresivamente para acompañar la escucha interior. *autor belga de la lengua francesa. La lentitud de los francmasones Voltaire escribió : “El mundo con lentitud anda hacía la sabiduría.” Es lo que hacemos también. Es una de la virtudes del enfoque masónico, aunque no esta siempre explicitada, de haber puesto de la lentitud en nuestras vidas, de haber abierto este espacio particular dentro del cual tantas cosas son diferentes, hasta el tiempo que, lo sabemos todos, no es el del mundo profano porque nos inscribimos en una historia cuyo reloj esta aplazado. El enfoque personal que conduce a hacer este acto de candidatura es una larga maduración intima que pasara por encuentros, lecturas y reflexiones. Después vendrán las encuestas y el paso debajo de la cinta, durante cual esta recomendado de medir sus palabras con atención para no pasar por un espíritu superficial y con prisa, lo que podría perjudicar la decisión final. Por fin, mucho tiempo pasara antes de ser , quizás, iniciado. Y toda esta ceremonia se desarrollará a paso de senador a fin de marcar los espíritus y de dejar una marca profunda en la memoria del iniciado. En la continuación del recorrido masónico, para el aprendiz, compañero, y el maestro, el camino interior a recorrer exigirá esta lentitud imprescindible a la profundidad, a la reflexión que sea en los trabajos en logias, para apreciar la palabra de los otros y traer su contribución al debate o para la redacción de una plancha. Imaginar nuestros rituales sin lentitud seria privarlos de sus bellezas y privarnos de esta indolosa bajada hacia un espacio interior cuyas células están constituidas por nosotros para algunas horas. Elogio de la lentitud Individualmente, la lentitud puede ser primero una forma de higiene tanto física que mental. Cuando tenemos consciencia de la violencia que hacemos, a veces hay que levantar el pie, no presagiar de sus fuerzas y intentar de controlar, con la mas grande modestia ,el capital intelectual y físico que hemos recibido. Es una especie de respeto que tenemos que tener para nosotros mismos. En resistencia a la frenesí del mundo, la lentitud es una actitud, una elección personal. Darle más espacio en si , en su relación a los demás, es una revuelta no violenta a la sociedad por la afirmación tranquila de nuestro ritmo específico, una apacible reconquista de si, un camino hacia la sabiduría. “ Quien sea, por distracción o incompetencia, interrumpe la humanidad en su marcha, es el benefactor” escribió Cioran Para citar el eslogan de la película El año 01 que presentaba una utopía colectiva : “ Lo paramos todo, reflexionamos y no es triste”. La lentitud puede ser el camino de una utopía personal que nos deseo a todos. Quizás, en el fundo, lo que buscamos en la lentitud no es nada más que una armonía. Armonía en nuestros cuerpos, en nuestras relaciones con los otros, frente a situaciones difíciles. Armonía con el mundo natural que nos hace y nos rodea. Clausura Es tiempo ahora para mi de darme prisa para clausurar… para permitir que la palabra circule. Y acabaré esta plancha por un pequeño dialogo de San Exupery: - Hola, dice el principito - Hola, dice el vendedor Era un vendedor de pastillas perfeccionadas que alivia la sed. Traigamos una por semana y no sentimos la necesidad de beber. - Porque vendes esto? Dice el principito - Es una economía de tiempo grande, dice el vendedor Los expertos han hecho cálculos. Ahorramos cincuenta y tres minutos a la semana. - Y que hacemos de estas cincuenta y tres minutos? - Lo que queremos - Yo, se dice el principito, si tuviera cincuenta y tres minutos a gastar, andaría lentamente hacía una fuente.” He dicho