Muchas enfermedades mentales no existen; porque al contrario de las enfermedades físicas requieren un juicio de valor de otra u otras personas. Bastaría que "el paciente" diagnosticado con "una enfermedad metal viviese solo en una isla desierta para que se viese privado de este juicio de valor, que por otra parte se basa en prejuicios morales imperantes en la sociedad. En muchos casos, muchas personas no padecen una enfermedad mental sino que tienen problemas o se comportan de forma atípica con respecto a la mayoría de los individuos de su entorno social. Una conducta rechazada en una sociedad puede ser aceptada de buen grado en otra sociedad y lo que en el pasado fueron conductas moralmente reprochables, hoy en día, son vistas como conductas normales.