Gwen Olsen trabajó durante 15 años para la industria farmacéutica, pero su percepción de la misma dio un giro de 180 grados cuando los psicofármacos que le fueron prescritos a raíz de una incipiente depresión le provocaron un brote psicótico. Poco tiempo después, su sobrina cometería suicidio tras serle prescritos medicaciones análogas. Tras estas desgracias, Gwen decidió utilizar su experiencia en el sector para denunciar que estas medicaciones no sólo no son efectivas, sino extremadamente peligrosas.