Muchos de éstos proceden de la biblioteca de Nag Rammadi, y constituyen la base de toda la filosofía hermética de occidente, la cual ejerció gran influencia entre los alquimistas medievales y renacentistas. Su nombre significa “el tres veces grande”, el que posee “las tres cuartas partes de la sabiduría del Universo”.
Los antiguos egipcios lo deificaron con el nombre de THOTH, dios civilizador, creador de todas las artes, las ciencias, la escritura y del LIBRO DE THOTH, perdido para siempre, pero cuya esencia perdura “codificada” en las cartas del Tarot egipcio. Algunos esoteristas le asignan una edad de 12.000 años y origen atlante; Hermes – Thoth se habría dirigido a Egipto luego del hundimiento del continente descripto por Platón. Incluso existe una curiosa obra mediúmnica a él atribuída, titulada “ La Atlántida, su existencia y desaparición”.
Para algunos estudiosos, Hermes habría tenido algún tipo de contacto con seres superiores, probablemente extraterrestres, tal vez en forma telepática; es curioso descubrir cómo se adelanta en muchos siglos a ciertos razonamientos científicos, propios de nuestros días. “El Kybalión”, por ejemplo, contiene conceptos muy similares a los de la “moderna” teoría cuántica: “No existe la materia, sino que lo que así llamamos es energía entorpecida” o en muy baja modalidad vibratoria, axioma que revela que todos los seres y elementos del Universo están en continua vibración, y que la materia en sí no existe, sino que son ondas que vibran en mayor o menor frecuencia según las condiciones de su entorno. También se hace referencia a la pluralidad de mundos habitados: “Hay millones y millones de mundos como el nuestro y seres vivientes que comparados con el hombre son como el hombre comparado con los animales irracionales, pues son seres que poseen facultades y poderes superiores a los que el hombre atribuye a los dioses”.
El periodista e investigador español Riba resume acertadamente algunas de las hipótesis sobre el origen de Hermes en su libro “Hermes Trismegisto, el escriba de los dioses”:
Según Ibn Batuta, Hermes/Thoth construyó la pirámide de Gizeh para preservar su ciencia y su sabiduría. Los griegos y judíos lo llamaban Idris y Henoch, respectivamente. Según el historiador hispano – árabe Saíd de Toledo (fallecido en 1069) Hermes vivió en Saíd, Alto Egipto. El lexicón griego dice que Hermes vivió en la era pre – faraónica, unos 400 años antes de Moisés. Para Frances A. Yates, las obras “Asclepius” y “Corpus hermeticum”, datan entre el 100 y el 300 D.C. Para algunos autores, vivió 300 años en cuerpo físico y con el nombre de Hermes Trismegisto permaneció durante su última reencarnación en nuestro planeta”.
“Ciertamente, Hermes existió – concluye Riba – pues sus obras se preservaron a través de los años; incluso se habla que hubo más manuscritos de este sabio, pero que algunos han desaparecido y otros fueron quemados”. Algunos textos, según Riba, se encontrarían en el Tíbet, en cuevas subterráneas e inaccesibles construídas por los lamas. Otros se encontrarían en el Vaticano, en sus famosos archivos secretos. El propio Hermes, en un texto llamado “Kore Kosnou”, afirma haber escondido en algún lugar de Egipto, libros que contienen toda la sabiduría del Universo, destinados a cambiar la historia del mundo, pero que sólo serán encontrados cuando sea el momento adecuado. El libro es un diálogo de la diosa Isis, madre de todas las diosas, con el joven Horus:
“No es adecuado, hijo mío, que deje este relato inacabado; debo contarte lo que Hermes (Thoth) dijo cuando depositó los libros. De esta manera habló: “Estos libros sagrados, que he escrito con mis manos perecederas, han sido ungidos con el elixir de la inmortalidad por Él, que es el maestro de todas las cosas y que permanece incorruptible a través de los tiempos, y permanecerán invisibles y ocultos a todos los hombres que vengan o surjan de las llanuras de esta tierra (Egipto) hasta el momento en el que los cielos, ya ancianos, engendren hombres que sean dignos de ellos”. Habiendo pronunciado esta oración sobre el trabajo de sus manos, Hermes fue recibido en el santuario de la eternidad”.
Pero más allá de estas disquisiciones académicas, de difícil comprobación en uno u otro sentido, es de destacar el llamado “Apocalipsis de Hermes” por cierto no demasiado conocido, y que corresponde al tercer diálogo con Asclepius; entre otras cosas, el texto es una lamentación por la difusión del cristianismo, que comienza a desplazar a los antiguos dioses y tradiciones “paganas” del Egipto helenizado. También contiene notables predicciones respecto al mal uso y la destrucción de la naturaleza por parte del hombre; he aquí algunos fragmentos (1):
...”Las tinieblas serán preferidas a la luz, se juzgará más útil morir que vivir; nadie volverá a elevar su vista hacia el cielo; el hombre piadoso será tenido por loco, el impío por sabio, el frenético será tenido por valiente y el peor criminal por hombre de bien...
...El alma y todas las creencias sobre ella, según las cuales es inmortal por naturaleza y aspira a esa inmortalidad, serán burladas y no se verá en todo ello sino vanidad... Será tenido por un crimen capital practicar la religión del espíritu...
...Los dioses se separarán de los hombres. Sólo permanecerán los ángeles malignos que se mezclarán con los miserables hombres obligándolos por la violencia a cometer los más criminales excesos, impulsándolos a mezclarse en guerras, a cometer latrocinios, engaños y todo aquello que es contrario a la naturaleza del alma...
...Entonces la tierra perderá su equilibrio, el mar dejará de ser navegable, el cielo ya no estará repleto de astros y los astros detendrán su ciclo en el cielo... Toda voz divina será condenada al silencio y se callará; los frutos de la tierra se pudrirán, la tierra dejará de ser fértil y el mismo aire será enrarecido en un torpor lúgubre...
...He aquí será la vejez del mundo... Cuando todas estas cosas sean cumplidas... el Señor enderezará el error, anulará toda maldad, y se deshará de ellos por un diluvio, o los consumirá por el fuego, o los destruirá a través de enfermedades pestilentes que esparcirá por diversos lugares...”
Comulgad diariamente con el credo nazareno; y el cielo, rebosante de astros que son mundos habitados os hará confidencias...”
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