martes, 28 de mayo de 2013

Fracking: por que sí y por qué no

Otra de 'fracking', esta vez la opinión de dos personajes relevantes, uno a favor y otro en contra. Se trata del duelo dialéctico que mantuvieron el domingo en 'La Verdad' el ingeniero y diputado regional del PP Juan Guillamón y el hidrogeólogo Francisco Turrión, experto en aguas subterráneas. Simplemente os reproduzco sus artículos (solicitados por el periódico debido a la polémica que está generando la posible extracción de hidrocarburos en el Noroeste y el Altiplano) para que tengáis nuevos argumentos y os ayuden a formaros una postura propia. Una curiosidad: Juan Guillamón es el primer político del Partido Popular que se atreve a pronunciar la palabra 'fracking' en la Región de Murcia.



Necesitamos nuevas fuentes de energía

Por Juan Guillamón (ingeniero y diputado regional del PP)

Hablamos de 'fracking' porque la dependencia exterior energética de España es muy alta y procedente de países políticamente poco estables, porque su factura supera los 50.000 millones de euros, porque hay que buscar nuevas fuentes de energía a buen coste y reducir emisiones de CO2, y porque combatir el paro es opción prioritaria.

Del 'fracking', hasta hace unos meses, se puede decir que casi todos lo ignoraban y, sin embargo, casi todos están en su contra. Hoy ya no. El 'fracking' es la técnica empleada para fracturar, mediante agua a presión y aditivos, estratos profundos (pizarras) y extraer a través de pozos horizontales y verticales el gas (metano) ocluido en estratos impermeables a gran profundidad. Tal técnica, muy consolidada en países como los EE UU, aún resulta novedosa en Europa y, en particular, España. Lo cierto es que no existe una normativa específica para las buenas prácticas en tal procedimiento, lo cual no hace inviable la aplicación de normas no específicas en materia ambiental cuyo contenido sí tiene que ver con ellas.

Actualmente en Europa, y pese a que el Parlamento Europeo ha rechazado una enmienda que pretendía instar a los estados miembros a no autorizar nuevas operaciones de 'fracking' en la UE, existen diversidad de criterios ante esta cuestión. Así, países como Dinamarca, Chekia, Bulgaria y algunos landers alemanes han dispuesto sus moratorias, otros como Polonia y Reino Unido han dado vía libre a la exploración y explotación de sus yacimientos. En Francia y España puede decirse que hay división de opiniones, si bien en nuestro país ya se han dado un buen número de autorizaciones. Cantabria ha prohibido el 'fracking' hasta tanto en cuanto no se demuestre que la afección ambiental es tolerable. Mi opinión es que, siendo aceptable tal postura, es posible que a fin de cuentas haya perdido el tiempo. Sí, porque de las grandes penalidades y destrozos que el 'fracking' –según sus detractores– puede causar, quedará sobre el tapete final tan solo el rastro de todas las apocalípticas admoniciones que (por cientos y miles) cualquier estudioso puede encontrar en las innumerables páginas de la Red en donde se describen terremotos, contaminaciones, cánceres y demás angustias explicitadas. Eso sí, previo tránsito obligado de la incertidumbre técnica a lo absoluto e indiscutible de la ideología. Mi opinión, en modo alguno falaz, ponzoñosa, miope e ignorante, es que el lector se dé una científica vuelta por las páginas de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE UU) que vigila desde hace más de 60 años el funcionamiento de cerca de los 40.000 pozos de 'fracking' que están haciendo de este país cada vez menos dependiente de la energía exterior, de costes menores y, lo que es más excitante, que empieza a cumplir las exigencias de Kioto.

Los riesgos, que no incertidumbres, del 'fracking' son la cantidad de agua empleada, mucha o poca, la naturaleza de los aditivos químicos, la contaminación de acuíferos y la posibilidad de ocasionar terremotos. La EPA determinó, tras revisar unos cuarenta incidentes denunciados durante estos cinco años, que las causas de los mismos en casi su totalidad se debieron a deficiencias técnicas en la aplicación de los mecanismos. Tales deficiencias tienen, siempre, su solución en el mundo de la tecnología. Igual que los aviones se construyen para que no se caigan, los pozos de ataque del 'fracking' se hacen para que no pierdan su integridad. Los componentes de los aditivos empleados en su mezcla con el agua ya han sido publicados y, si no en su totalidad, la exigencia de su conocimiento es prioritaria. Por precisar, en el Noroeste de nuestra Región, en donde se han dado dos autorizaciones de exploración previa al 'fracking', el estrato de las margas negras impermeables donde se supone está el metano se sitúa a más de 1.500 metros de profundidad respecto al estrato que sustenta el acuífero contenido sobre el sinclinal de Calasparra: la posibilidad (con buena técnica) de contaminación es nula.

No sé si utilizar el agua supone mucha o poca cantidad. Todo es relativo. Si hay suficiente y, además, se recicla en casi su totalidad, no es un problema. Y tampoco, a mi juicio, el peligro de un terremoto, pues la zona del Noroeste no es sísmicamente activa. Si advertimos lo que la EPA controla parece que nunca se han producido seísmos de magnitud mayor de 3,5 Richtter, magnitud que –por cierto– rara vez pueda sentirse, me parece.

Y termino mostrando mi estupor cuando leo el argumento que el profesor universitario Manuel Garí emplea para expresar su punto de vista: «El 'fracking' está pensado para que algunos amigos de los gobernantes hagan negocio». Didáctica, doctrina y adiestramiento: tres en uno. Prefiero aprender del ‘National Geographic’ de abril en su ‘Gas Metano: pros y contras del 'fracking'’.

Jugando a la ruleta rusa

Por Francisco Turrión (hidrogeólogo)

Fracking’ es como ‘repelar’ el gas y el petróleo que queda en las rocas, bien porque ‘la molla’ ya se extrajo o bien porque nunca se llegó a acumular allí. Para ello hay que romper. Se perforan pozos en forma de ‘L’ y en el tramo horizontal se colocan explosivos para fracturarla. Luego, se inyecta agua a alta presión con arena y aditivos tóxicos. La mezcla penetra por esas fisuras y libera las burbujas de gas.

Posteriormente, se extrae ese líquido mezclado con el gas y se acumula en balsas para reutilizarlo. Bueno, todo el líquido no, pues apenas se recupera entre el 20% y el 50%, el resto se queda por ahí abajo, entre los 2.000 metros de profundidad y la superficie. Esto significa, según los datos de un reciente informe del Parlamento Europeo, que cada pozo puede perder en el subsuelo no menos de 10 toneladas de aditivos que son claramente tóxicos para la salud humana.

Por si esto fuera poco, el fluido de inyección no sube solo con el gas, pues puede extraer también pequeñas cantidades de arsénico, mercurio, plomo y elementos radiactivos como el uranio, torio, radio y gas radón (222Rn).

El proceso descrito se puede repetir varias veces en el mismo sondeo y las explosiones para fracturar producen terremotos hasta de grado 3 en la escala Richter (los de Lorca de hace dos años fueron de entre 4 y 5).

A nadie le extrañará que con tanto traqueteo, parte del gas y del líquido que lo acompaña se escapen por fallas hasta adentrarse en los acuíferos que se encuentren a su paso, y desde allí seguir ascendiendo hasta los lechos de los ríos. En EE UU, donde esta técnica lleva décadas utilizándose, la inmensa mayoría de las reclamaciones son por contaminación de pozos, y sus jueces ya han condenado a distintas empresas por contaminar con gas metano las aguas subterráneas. En las zonas rurales se han dado casos de salir llamaradas del grifo de la cocina al acercar un mechero e incluso llegar a explotar la propia vivienda.

Ya en superficie, la depuración del efluente sobrante es muy costosa. Hay que trasladarlo a vertederos muy alejados de las perforaciones y siempre está la tentación de arrojarlo a los cauces. También en EE UU son muchas ya las sanciones por contaminar así ríos, arroyos y humedales.

Y todos estos riesgos, sin que se sepa todavía si el ‘fracking’ es rentable en Europa. La resolución del Parlamento Europeo del 21 de noviembre pasado explica exhaustivamente estos y otros peligros del gas esquisto y recomienda mucha prudencia. Países como Francia y Bulgaria, gobiernos regionales como los de Renania del Norte-Wesfalia en Alemania, Friburgo en Suiza, Quebec en Canadá, Nueva Gales del Sur en Australia y cuatro estados de EE UU, tienen en vigor una prohibición o aplican una moratoria sobre el ‘fracking’.

En Murcia bebemos y regamos con agua subterránea, pues el 60% del caudal del río Segura procede de manantiales que se nutren de la lluvia infiltrada en las rocas calizas de las montañas, unos 600 hectómetros cúbicos al año. Además, otros 500 viajan por conductos subterráneos más profundos y se trasfieren a otras cuencas o se pierden en el mar. Pero aún hay más. Esas calizas guardan ‘un patrimonio oculto’ de unos 50.000 hectómetros cúbicos en embalases subterráneos casi ‘vírgenes’.

Nuestras aguas subterráneas son nuestro mayor tesoro, aunque todavía no lo sepamos. Nos las esconden en informes ‘pseudocientíficos’ y en ‘cortinas de humo’ como esta del ‘fracking’, o la de los ‘trasvases imposibles’, o la de las desaladoras que ahora quieren que paguemos entre todos. Deberíamos potenciar con esas aguas la industria hortofrutícola, que es puntera en Europa y que no deja de crecer a pesar de la crisis, y también la industria en general.

Rescatemos aquellos informes del Plan Nacional de Investigación de Aguas Subterráneas (PIAS) de los años 70, donde se definieron los cinco acuíferos superpuestos que tenemos en los 2.000 primeros metros de profundidad en casi toda la mitad norte de la cuenca del Segura.

Este es otro modelo de desarrollo. Está basado en el sol, en nuestra agua, en la excelencia de nuestros productos y en el cuidado del medioambiente, que podemos explorar nosotros, o esperar a que lo hagan nuestros hijos. Pero si contaminamos nuestros embalses subterráneos con vertidos tóxicos, sus aguas serán inservibles. En ese caso, ya no solo estaríamos jugando con nuestro futuro, sería como jugar a la ruleta rusa apuntando a nuestros hijos.

¿Qué opináis vosotros? ¿Qué argumentos os convencen más?

PD. Jumilla es el tercer ayuntamiento de la Región gobernado por el Partido Popular que rechaza el 'fracking', junto con Totana y Mula. El caso de Jumilla es relevante porque los permisos de prospección de hidrocarburos concedidos por la Comunidad Autónoma afectan de lleno a su término municipal.