Al contrario de lo que dice el artículo que van a leer a continuación, yo sí creo en el multiculturalismo pero no creo en el integrismo islámico. No debe importarnos convivir en un país donde haya grupos de extranjeros no quieran asimilar la cultura del país de acogida, sino que estos grupos impongan violentamente sus costumbres a los demás.
Los peligros del multiculturalismo y abiertas las fronteras han alcanzado una masa crítica en Suecia. Hay enclaves musulmanes donde el servicio postal, bomberos y otros servicios esenciales - incluso la propia protección policial -requieren policías.
Un informe de la policía publicado el mes pasado identifica 55 de estas "no-go zones" en Suecia. Estas zonas son similares a otras que han surgido en Europa en los últimos años. Se formaron con grandes poblaciones musulmanas que emigraron a estados europeos políticamente correctos y tolerantes. Se niegan a asimilar las costumbres del país de acogida y crean estados virtuales dentro de un estado donde las autoridades temen pisar.
Soeren Kern, del Instituto Hudson ha documentado la proliferación de estas zonas. Ellos crean de facto micro-estados musulmanes bajo la ley sharia que rechazan los valores occidentales, la sociedad y los sistemas jurídicos. En estos distritos se espera que los no musulmanes se ajusten a los dictados del Islam fundamentalista o enfrentarse a consecuencias violentas.
"Un nombre más preciso para estas zonas", dice el experto en Oriente Medio Daniel Pipes, sería "Dar al-Islam - la Casa del Islam o el lugar donde se establecen las reglas del Islam."
La inmigración musulmana a Suecia ha sido fomentada por una política de asilo de fronteras abiertas. En la década de 1990, el país dio la bienvenida a 100.000 refugiados que huían del conflicto en los Balcanes.
Suecia también ha sido un refugio para los refugiados de Irak, y una estimación reciente dice que el número de refugiados iraquíes que viven allí son 125.000. Desde septiembre de 2012, los solicitantes de asilo procedentes del mundo árabe están emigrando a Suecia, a razón de unas 1.250 por semana, escribe Kern.
De acuerdo con un informe publicado en el diario de llamadas, los policías suecos perseguían a un sospechoso en una de estas zonas, en la sureña ciudad de Landskrona en el mes de mayo. Su coche fue embestido, los agentes le obligaron a salir. Fueron rodeados rápidamente por aproximadamente 50 "matones" y pidieron refuerzos policiales mientras se mantenían de espaldas a la multitud que amenazaba con armas desenfundadas.
Otros oficiales que respondieron fueron obligados a dejar de un kilómetro de distancia, justo fuera de la zona. El comandante de la policía no presionó el tema por temor a una escalada. Sólo con la ayuda de algunos residentes a quien los policías acorralados conocían eran los oficiales autorizados para salir del área restringida.
La policía sueca no han intentado penetrar las zonas seriamente desde los disturbios ocurridos en el gueto de Estocolmo durante el año 2.013, en el que se quemaron cientos de coches y edificios. La policía informa que ahora hay puestos de control de vehículos controlados por bandas musulmanas en las fronteras de estas zonas. En lugar de la confrontación, las autoridades suecas de vez en cuando envían "oficiales de diálogo" especiales en una especie de programa de extensión musulmán.