Romanos 12:19-21
19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Aquí en el versículo 19 tenemos la frase “ira de Dios”, “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. La vez pasada nos enfocamos en la psicología de este versículo, y en como nos liberaba de la carga de tener que tomar la justicia por nuestras manos. Nos enfocamos en las implicaciones de la palabra “porque” en el versículo 19: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Ya que Dios va a tomar su causa y velar que se haga justicia, usted puede deponer el deseo de venganza. No tiene que cargar la ira, ni la amargura, ni el resentimiento, ni la venganza. Es más, usted no sería capaz. Jesús advirtió que un corazón no perdonador, al final, le destruirá (Mateo 6:15; 18:35).
La Realidad de la Ira de Dios.
Pero hoy quiero que nos enfoquemos, no en la psicología del versículo, sino en la divina realidad que hace que la psicología funcione. Es decir, en la realidad de la ira de Dios. Pablo dice en el versículo 19, “dejad lugar a la ira de Dios”. Entonces la ira de Dios es definida más adelante como la venganza de Dios, “Mía es la venganza”. De modo que la ira está relacionada con la respuesta de Dios a algo que merece venganza. Y entonces dice, “yo pagaré”. Así que la ira de Dios es tratada como pago al hombre por algo que éste ha hecho PREPAREMOS HOY PARA ESE GRAN DÍA Y QUE DIOS TENGA MISERICORDIA DE SU PUEBLO.