La gran hambruna o genocidio de Irlanda había acabado con un tercio de su población y Estados Unidos les dio la esperanza. Llegaron en multitudes, muertos de hambre y en la indigencia, y con la fama a sus espaldas de firmes y obstinados. En una tierra donde el hombre tenía que luchar por llevarse su trozo del pastel, y aún más por conservarlo, el Paddy era casi insuperable. Desde las guerras de bandas del siglo XIX a las guerras del siglo XX con los italianos, el Paddy se abrió el camino hasta su estatus de leyenda. Hombres como Jack Piernas Diamond, los Westies y James Blanquito Bulger fueron venerados, vilipendiados, inmortalizados y recordados por sus camaradas irlandeses.