sábado, 20 de marzo de 2021

Profecías Gioacchino da Fiore (1130 a 1202)

Gioacchino da Fiore fue un austero monje reformista cisterciense. Vivió en Calabria, su tierra natal, y fue abad en el monasterio de Corazza. Su obra, que incluye las profecías conocidas, fue impresa por primera vez alrededor de 1484. Su influencia fue tan profunda que en el Paraíso (Par. XII) Dante Alighieri lo citó y se inspiró en él.

Joaquín profetizó el advenimiento de una nueva era en la historia de la humanidad, que llamó la era del Espíritu Santo. Sus previsiones fijaban erróneamente para el año 1260 el inicio de la llamada edad del Espíritu Santo, caracterizada por un clima de amor y solidaridad mutua. Anunció la venida de una nueva Iglesia del Espíritu Santo, después de la era del Padre y la del Hijo. Básicamente afirmó que el mundo tenía tres edades: la primera, la del Antiguo Testamento, la del Padre, la de la ley, la del temor; la segunda, la del Nuevo Testamento, la del Hijo, la de la fe; la tercera, la del Espíritu Santo, la del amor intercambiable, la de la paz. La tercera edad, según Joaquín, estaría precedida de persecuciones y calamidades, tras las cuales se proclamaría el Evangelio Eterno. Se transformaría toda la constitución de la Iglesia y se realizaría la interpretación espiritual de los Evangelios.

Pedro desaparecerá ante Juan porque el reino del Espíritu Santo será el reino de los libres. En el primer estadio el mundo era de esclavos, el segundo de libres, la tercera comunidad de amigos. En la primera dominó la ley, en la segunda dominó la gracia, en la tercera dominará la gracia más amplia y generosa. En la primera etapa: servicio servil, azotes, dominio de lo viejo, invierno, etc.; en la segunda: sabiduría, filiación, luz del alba, primavera, mazorcas de maíz y vino, reino del hijo; en la tercera: comienzo de la verdadera libertad, contemplación, caridad, amigos, mediodía, verano, trigo, aceite, Pascua de resurrección.

Para Joaquín, la Iglesia de los Símbolos iba a ser sucedida por la Iglesia de las Realidades Espirituales. Innovando en su concepción, pero siempre deferente y con un sentido de veneración hacia la Iglesia. Dijo que así como el símbolo cede automáticamente el paso a las realidades figurativas, así la Iglesia jerárquica cederá su lugar a la Iglesia del Espíritu cuando se acabe el tiempo. Todo en él es un símbolo temporal. Sin embargo, no deben ser abandonados prematuramente, ya que poseen una virtud formativa.
En el tercer período que habría de comenzar, a diferencia del pasado, habrían estado aquellos que en desinterés y humildad anunciarán como única ley la del espíritu, el amor. La intensidad de la vida cultural y teológica de la Iglesia latina es sólo un pálido y oscuro pródromo de lo que será la revelación del Espíritu Santo.

La gran expectativa por el advenimiento y la afirmación de los valores espirituales en la Tierra es el verdadero significado del mensaje de Joaquín de la Flor. La presuposición de su fe fue la certeza de un plan divino en la naturaleza y en la historia. La tercera Era para Joaquín de las Flores realizará plenamente la verdad misteriosamente representada en el Nuevo Testamento. El comienzo del nuevo ciclo, para él, como para la tradición hindú, que ciertamente no conocía, debe ir precedido de calamidades, para concretarse, entonces, en una era de paz y amor. En esta importante concordancia se encuentran las tradiciones más antiguas y recientes.

El Tercer Tiempo será el perfecto y concluyente que marcará la venida del amor que destruirá todo remanente de temor servil y toda injerencia de autoridad entre Dios y sus hijos, y será la edad de los perfectos. El eco de estas palabras parece repetirse en las declaraciones de San Luis M. Grignion de Monfort, quien escribió: "El Reino especial de Dios Padre duró hasta el diluvio y terminó con un diluvio de agua, el Reino de Jesucristo terminó con un diluvio de sangre, pero el Reino del Espíritu Santo terminará con un diluvio de fuego, amor y justicia.


Fue fundador de la Orden de San Juan de Fiore. Basándose en el libro bíblico del Apocalipsis de San Juan, predijo el comienzo del apocalipsis en el año 1260. Es fundamental para comprender las pinturas de Rafael. Preconizaba la llegada de una nueva era espiritual para el mundo, liderada por un varón que reuniría el poder espiritual y el político. Experimentó una serie de trances y éxtasis después de una visita al monte Tabor. Desarrolló la spiritualis intelligentia que combina razón y fe. Hablaba de un Papa Angélico que uniría el poder material y el espiritual. A ese papa le seguiría el llamado reino milenario, en que se cumplirá la profecía de Ezequiel, se reedificará la Ciudad como en el principio… “Cuando Babilonia haya sido derribada y haya sido “arrojada la bestia que sube del abismo”, sólo después de lo cual se dará la paz.” Profetizó “El Fin de la Cristiandad” y el desplome de la Autoridad Papal con palabras apocalípticas y terminantes: “Roma, ciudad privada de toda disciplina cristiana, es el origen de todas las abominaciones de la cristiandad”. También el fin del Poder Musulmán, la llegada del Anticristo y el fin de la Historia. También predijo que después habría guerras y catástrofes naturales, abriendo paso a una “Edad de Oro”. Hablaba de tres estadios que devendrían a la tierra en su Evangelio Eterno. En el primer estadio el mundo fue de los esclavos, el segundo de libres y el tercero una verdadera comunidad de amigos. En el primero dominó la Ley, en el segundo la Gracia, en el tercero una profunda ampliación de la Gracia. Pero lo que verdaderamente quería expresar Joaquín de Fiore, era que solamente en la Tercera Era, la del Espíritu, se realizarían los misterios del Nuevo Testamento. Sería una Edad de Perfección, precedida de catástrofes, que sería de finalidad purificadora, y gracias a ellas los hombres olvidarían el pecado y tomarían un camino recto. “Pedro desaparecerá ante Juan para que el Reino del Espíritu Santo sea el Reino de los Libres”

Fuentes: 



Johann Friede (1204-1257)