Esto ha sido escrito en mayo de 1997; hace un poco más de nueve años antes, en enero de 1988, una serie de eventos extraordinarios ocurrieron, los cuales alteraron totalmente la vida de la señora Christina Gallagher, una tímida ama de casa irlandesa. Desde entonces, estos eventos también han afectado a un gran número de otras personas, no sólo de Irlanda, sino al rededor del mundo. El nombre de Christina Gallagher ha empezado en efecto, a ser conocido a través del mundo.
El jueves 21 de enero de 1988, mientras visitaba a un amigo en Dublín, la señora Gallagher experimentó una aparición de Nuestra Señora, y pocas semanas después empezó a recibir mensajes de la "hermosa señora", quien se identificó a sí misma como la Virgen María, Reina de la Paz. En las apariciones, Nuestra Señora transmitía un urgente y simple mensaje, en completa armonía con los evangelios.
Como Christina misma explica: "Lo que Nuestra Señora está solicitándonos es que regresemos a Dios mientras haya tiempo, arrepintiéndonos sinceramente de nuestros pecados y que vayamos a confesarnos; recemos constantemente, y que recemos con el corazón, especialmente el Rosario; amar a Dios en la Misa y en la Eucaristía; y unirnos y amarnos unos a otros y dejar de buscar faltas y defectos y peleas con otros. Jesús Nuestro Salvador, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, murió en la Cruz por amor a todos nosotros, y nosotros no podemos seleccionar o elegir. Debemos amar a todos, aún cuando otros no puedan reconocer a Cristo en aquellos que son los más débiles de los Suyos, debemos hacerlo. Hasta que podamos reconocer a Jesús en cada uno de aquellos que nos encontremos, ¿cómo podremos reconocer a Cristo presente en la Bendita Eucaristía, y presente en el mundo, viviendo con nosotros?
Ahora nos parece que los eventos que le sucedieron a la señora Gallagher en las primeras semanas y meses después de su experiencia de la primer aparición en 1988 eran tan sólo la introducción de lo que le seguiría.
Si alguien le hubiera dicho a Christina Gallagher, aún a inicios de 1988 que pronto se encontraría haciendo relatos públicos de apariciones y fenómenos místicos completamente fuera de sus experiencias personales, y que en pocos años, estaría viajando a lugares tan lejanos como California y las Islas Filipinas y dirigirse a grandes reuniones de gentes, ella simplemente se rehusaría a creerlo. Ni tampoco podría pensar posible en aquel entonces que en una media docena de años tendría que pasar considerables cantidades de tiempo cada semana en una área de su nativa Mayo, a más de sesenta kilómetros de distancia de su casa.
La historia de las apariciones a Christina Gallagher y sus mensajes y del papel en el que se encuentra ella desempeñando - mediante la aceptación de lo que le ha sido confiado - es ampliamente conocido hoy en día. En un cínico mundo moderno, que manifiesta un amplio escepticismo en cuanto a las creencias religiosas, es sin embargo poco sorprendente que los visionarios y los místicos, actuales y del pasado, sean tratados en ocasiones como curiosidades.
Las experiencias de Christina Gallagher las han sobrepasado.
"Cuando Nuestra Madre Bendita se me apareció en un inicio, y empecé a recibir los mensajes, y se me pidió que los hiciera públicos, yo era tan inocente que pensé que una vez que la gente oyera lo que se me había dado, lo creerían, porque los mensajes vienen de Dios. Pero no resultó ser así"
La señora Gallagher se encontró conmocionada del nivel de escepticismo e incredulidad y la forma en que la gente, buscando cualquier excusa para no creer en los mensajes de Nuestra Señora, buscaban desacreditarla.
En algunos aspectos, era aún más difícil cuando se dió cuenta de lo que había en el corazón de la gente, especialmente cuando esto sucedía con las personas que ella pensaba estarían más abiertas a lo que Dios estaba pidiendo.
Nueve años después, Christina Gallagher tiene un conocimiento más íntimo de estos asuntos, pero aún le causa dolor el tratar con actitudes negativas, de burla, antagonismo y falta completa de creencia.
"Algunas veces, cuando rezo con un grupo de gentes, me es claro que una o dos personas en el grupo son negativas y de alguna forma, erigen una barrera mediante su incredulidad. Es como si una persona no permitiera trabajar al Espíritu de Dios, y puede impedírselo a los demás presentes. Si yo rezo espontáneamente, me encuentro que no puedo expresarme en palabras o transmitir las oraciones debido a este bloqueo".
La señora Gallagher frecuentemente se encuentra que las personas que cualquiera podría esperar que sean las más escépticas son los que están totalmente abiertos y receptivos lo que es un gran consuelo que existan un gran número de personas con una fe fuerte que están abiertos a aceptar lo que Nuestra Señora ha pedido.