jueves, 27 de octubre de 2011

Las profecías de Enrique Heine

Enrique Heine. judío alemán, nació en 1800 y murió en el destierro, en París, en 1856. Fue un poeta satírico que dedicó muchos de sus escritos a la política, por eso lo apodaron el “Voltaire alemán".



Judío de origen, se convirtió al cristianismo luterano que tampoco satisfizo sus anhelos espirituales, y luego lo abandonó, con el tiempo las religiones llegaron a no importarle poco, acabando por entrar al ocultismo, que lo convirtió en un escéptico.

Algunos de sus poemas satíricos y políticos tienen la intención de ser proféticos, lo que en su tiempo le produjo burlas; pero ahora, a ciento cincuenta años de distancia, podemos observar que sus profecías se han cumplido por completo.

Profetizó:

“Cuando se rompa el freno de la cruz del cristianismo en Alemania, otra cruz reinará la furia de los antiguos guerreros, La furia hostil de que hablan los poetas nórdicos resurgirá de nuevo. Los viejos dioses de piedra se levantarán de las ruinas limpiándose de los ojos el polvo de mil años. Thor, con su mazo gigantesco, se levantará y aplastará las catedrales góticas y cuando eso ocurra, será algo nunca antes visto en la historia."

Para una mejor comprensión del acierto profético de Heine, veremos por partes el anterior poema:

"Cuando se rompa el freno de la cruz del cristianismo en Alemania, otra cruz reinará la furia de los antiguos guerreros"

Efectivamente, un siglo después de que Heine escribió este poema profético, que no fue el único, Hitler, en Alemania, dominaba como dictador y su bandera fue la svástica (cruz gamada) que es una cruz: pero torcida, quebrada, de la que no se pudo defender el cristianismo, haciendo que el Vaticano prefiriera aliarse.

Bajo esa cruz torcida no sólo desfilaron los guerreros fantásticamente armados, sino que poseídos de anhelo de guerra acabaron por incendiar al mundo, empezando por asesinar a millones de judíos, quienes entonces vivieron la peor persecución de su historia. Recuérdese que Heine fue judío Alemán.

”La furia hostil de que hablan los poetas nórdicos resurgirá de nuevo"

La furia hostil de los guerreros alemanes fue algo trágicamente incomparable y sin precedentes. No les importó la vida ni la muerte ni de propios ni de extraños. Todo lo quisieron arreglar dentro y fuera de su patria, con amenazas de muerte y desolación, con guerra, jactándose ante todo el mundo de que poseían armas secretas invencibles.

"Los viejos dioses de piedra se levantarán de las ruinas limpiándose de los ojos el polvo de mil años"

Ciertamente, mil años antes de Hitler existieron dioses, ídolos de piedra, feroces, cuyas dogmáticas simbologías, a impulsos de la fe ciega se impusieron siempre por las armas, la guerra y la muerte. Pero cuando Heine escribió esta profecía, esos ídolos habían desaparecido desde hacía ya muchos siglos y nada hacía pensar que pudieran resurgir de entre sus escombros.

Pero aunque la idea de Heine fue calificada de absurda, la trágica realidad es que resurgieron. En los días hitlerianos que aún deploramos, el mundo vio lo que siempre fueron los cultos idolátricos, la torpe adoración de los ídolos convertidos en dioses humanos por caer en la más abyecta de las barbaries hasta entonces conocida.

”Thor, con su mazo gigantesco se levantará y aplastará las catedrales góticas y cuando eso ocurra, será algo nunca antes visto en la historia"

El poder político de Hitler se fundó en una serie de sociedades secretas y ocultistas en las que se practicaba toda clase de magia. Una de esas sociedades, tal vez la más feroz, se llamó Thor. Tenía por misión sostener en el poder a Hitler como ídolo vivo. Estuvo constituida por hombres jovenes y fuertes muy cuidadosamente seleccionados.

Thor es el nombre original de uno de los principales dioses del antiguo imperio nórdico al cual se refirió Heine. Su culto dominó principalmente en Noruega e Islandia. Fue un dios muy popular y muy temido porque era un dios vengativo, dios de las tempestades, del rayo y del trueno, además de que era capaz de modelar el futuro. Debido a esos atributos escalofriantes, debían hacerse sacrificios para tenerlo contento.

A Thor se le representaba como un hombre joven, impetuoso, tremendamente fuerte, de aspecto imponente e invencible, adornado el rostro con barba roja color de fuego y pelo color del relámpago. Aparecía siempre guiando un carro de guerra tirado por machos cabríos.

El ruido que el carro hacía en su veloz carrera, era el trueno ensordecedor de la tempestad. Empuñaba habitualmente un enorme mazo mágico con el que se decía aplastaba a los enemigos de sus fieles y protegidos.

Un antiguo poema describe cabalmente a este dios:

“Yo soy el dios Thor, yo soy el dios de la guerra, yo soy el dios del trueno, aquí en mi tierra del norte, mi presteza y fortaleza reinará eternamente”

Exactamente en los conceptos de este poema se fundó la filosofía y política nazi. Fue una política ambiciosa hasta extremos increíbles de poder y de dominio. Hitler afirmó que su reinado duraría mil años y, para empezar, aplicó uno de los atributos del dios Thor: la presteza y la fuerza, conocida esta acción como Blietz Krieg.

Al dios Thor nórdico no le importó nunca la sangre ni se inmutó ante la muerte. A los jóvenes alemanes pertenecientes a la sociedad Thor, que tenían a Himmler como jefe, tampoco les conmovía ni la sangre ni la muerte.

Así, pues, los dioses de la tempestad y de la muerte que se creían ya destruidos y olvidados desde mil años antes, resurgieron con su propio nombre como seres vivos limpiándose de los ojos el polvo de mil años y aplicando desde luego, todos los atributos del sangriento dios Thor.

HitIer, como el dios Thor, se creyó invencible e intentó con su mazo mágico aplastar a todo ser vivo que no llevara sangre de la raza aria.

Esta predicción del judío Enrique Heine, es de gran importancia porque viene a demostrar que las cosas en la historia no suceden por casualidad, por el contrario, todo esta sujeto a un programa superior y que los seres humanos no son meramente trozos de carne que al morir desaparecen sin dejar ni pasado ni futuro.

Demuestra también que Enrique Heine poseía un sexto sentido que le permitió ver el curso de la historia humana hacia un largo futuro, y si él tuvo ese sexto sentido ¿por qué no lo ha de poseer el resto de la humanidad?

Recopilado de Rodolfo Benavidez