jueves, 26 de diciembre de 2013

El verdadero discurso de El Rey de España

Uno no se explica que la gente no haya explotado de indignación con la actitud hipócrita mostrada por el monarca durante su discurso navideño y que no haya salido a la calle para exigir a gritos una III República. ¿Será que la paciencia de los ciudadanos españoles es a prueba de bombas?


La corrupción en España es un mal endémico que nace en la monarquía (institución que ostenta la jefatura del estado) y que se extiende como un tumor al resto de instituciones, partidos políticos, sindicatos mayoritarios, etc. El discurso cínico e hipócrita del Rey demuestra que la monarquía parlamentaria padece una crisis estructural y moral irreparable, cualquier remiendo solo supondría alargar la agonía del régimen y por ende el calvario ciudadano.

El Rey pide que no renunciemos a nuestras ideas pero también pide que no las pongamos en práctica: Un Rey sin ideas con miedo a los ideas de otros. Cuando él comenta que "la crisis se empezará a resolver cuando los parados tengan oportunidad de trabajar”, uno se da cuenta de que no se debe pedir peras al olmo y menos a un Borbón; otra prueba de que España podría sobrevivir perfectamente sin la monarquía, que no además de no solucionar los problemas de los ciudadanos, supone un estorbo añadido a la convivencia, el orden y la paz social.

Juan Carlos I ha hecho un llamamiento a seguir caminando “juntos" en clara alusión al desafío soberanista catalán ¿Hacia donde? Millones de catalanes que apuestan por la independencia lo tienen claro, mejor solos que mal acompañados. El Rey se arrima a las víctimas de ETA a las que tuvo presente en su discurso pero se olvidó de las víctimas de la corrupción de Urdangarin. Ya resulta cansino la mención a  ETA, que no parece mas que un intento vano de poner una venda en los ojos a la ciudadanía y así ocultar los trapos sucios del estado español como la trama de corrupción que involucra a su yerno y su hija. ¿Juan Carlos I tendrá alzheimer o pensará que lo tenemos nosotros? ETA es pasado, pero la corrupción que anida dentro del régimen en general y en la monarquía en particular, es presente y probablemente no desaparezca en un futuro.

"La salud moral de la sociedad se define por el nivel del comportamiento ético de cada uno de los ciudadanos" Esta frase parecía firmada por un personaje de una talla humana excepcional como Nelson Mandela pero no, corresponde al Rey Juan Carlos I, famoso por su talante dialogante dentro de los límites que él impone, un curioso personaje que no duda en gritar: ¿Por qué no te callas? al que le lleva la contraria o no acepta esta farsa de democracia.

El Rey insiste en que cabemos todos en España pero nunca ha removido el cielo y la tierra para ayudar a los centenares de miles de ciudadanos españoles que han emigrado al extranjero en busca del futuro que no encuentran en su país. Juan Carlos I ni se acuerda, de lo que dijo no hace mucho tiempo a los jóvenes españoles emigrantes:  "Volved, os esperamos".

El verdadero discurso del Rey de España en realidad es otro y se resume con una frase: ¡No me jodáis el chiringuito! y hace hincapié en no romper las reglas del juego (su juego) para que él y su familia sigan viviendo a cuerpo de rey.