lunes, 15 de septiembre de 2014

“Novedades apocalípticas de Fátima”: el cuarto secreto de Fátima de Antonio Socci

SALE A LA LUZ IMPRESIONANTE COMPLEMENTO DEL MENSAJE DE FÁTIMA
4 de septiembre de 2014

UNA REVELACIÓN PROVIDENCIAL
Por: Alejandro Ezcurra Naón




Bajo el título “Novedades apocalípticas de Fátima”, el periodista italiano Antonio Socci informa sobre una extraordinaria aparición de la Virgen María a Sor Lucía dos Santos, la testigo sobreviviente de Fátima, ocurrida en 1944 pero que sólo se conoció recientemente. Es un complemento de las cada vez más actuales profecías de Fátima y, por una coincidencia providencial, sale a la luz precisamente cuando los acontecimientos mundiales ya parecen cercanos al desenlace que aquellas profecías hacen prever.

Cómo se conoció la aparición.

Por la importancia del tema, hemos buscado la propia fuente de esa información, un manuscrito dado a conocer el año pasado en el cual Sor Lucía narra la visión.

El documento fue incluido en una biografía de la religiosa, escrita por sus hermanas de hábito con base en sus cartas y en su Diario espiritual aún inédito. Titulada Un camino bajo la mirada de María, la biografía fue publicada en 2013 por el Carmelo de Coimbra, donde Sor Lucía vivió desde 1948 hasta su muerte en 2005 [1].

Biografía de la Hermana Lucía escrita por las religiosas del Carmelo de Coimbra, donde ella vivió.

Pero hasta ahora ese libro de casi 500 páginas ha tenido una difusión limitada, sin mayor publicidad. El artículo de Antonio Socci, en cambio, publicado el pasado 17 de agosto, permitió que el relato de la visión sea conocido por el público corriente y saltara rápidamente a las redes sociales [2].


Los antecedentes de la visión.

La aparición relatada por Lucía ocurrió al comienzo del año 1944, cuando era monja en el convento de las Hermanas Doroteas en Tuy (Galicia). Dos años antes, en diciembre de 1941, ella ya había escrito por orden superior las dos primeras partes del secreto de Fátima (la visión del infierno y los avisos y predicciones de la Virgen), pero dejó pendiente la tercera parte.

El obispo de Leiría —la diócesis de Fátima— la instaba reiteradamente a redactar también ese “tercer secreto”; pero como la Virgen le había mandado guardar reserva, ella se abstuvo de hacerlo. Sin embargo, interiormente su perplejidad era muy grande: estando el mundo en plena II Guerra Mundial, ¿no habría llegado el momento de escribirlo?


El relato de Lucía, paso a paso.

En esas circunstancias, hacia las 4 de la tarde del día 3 de enero de 1944 —relata Lucía—, mientras rezaba en la capilla del convento ante el tabernáculo,“pedí a Jesús que me hiciese conocer cuál era su voluntad”, y con el rostro entre las manos esperaba alguna respuesta: “Sentí entonces que una mano amiga, afectuosa y materna, me toca el hombro. Levanto la mirada y veo a la querida Madre del Cielo”.

La Virgen le dice: “«No temas, quiso Dios probar tu obediencia, fe y humildad. Queda en paz y escribe lo que te mandan, pero no aquello que te es dado comprender de su significado»”. Le instruye guardar lo que irá a escribir en un sobre lacrado y anotar por fuera de este «que sólo puede ser abierto en 1960».

Enseguida, prosigue Lucía, “sentí el espíritu inundado por un misterio de luz que es Dios y en Él vi y oí: la punta de la lanza como llama que se desprende, toca el eje de la Tierra. Ella se estremece: montañas, ciudades, villas y aldeas con sus habitantes son sepultadas. El mar, los ríos y las nubes salen de sus límites, desbordándose, inundando y arrastrando en un torbellino, casas y gentes en un número que no se puede contar, es la purificación del mundo, por el pecado en el cual está inmerso. – ¡El odio, la ambición, provocan la guerra destructora!

“– Después sentí en el palpitar acelerado del corazón y en mi espíritu una voz suave que decía: ‘En el tiempo, una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia, Santa, Católica, Apostólica – En la eternidad, ¡el Cielo!’

“Esta palabra ‘Cielo’ llenó mi corazón de paz y felicidad, de tal forma que, casi sin darme cuenta, me quedé repitiendo por mucho tiempo: ’el Cielo, el Cielo’”.

Alentada por estas maravillosas palabras finales, Sor Lucía cobró fuerzas para escribir el Tercer Secreto, tal como la Virgen le había ordenado:“Apenas pasó la mayor fuerza de lo sobrenatural, fui a escribir y lo hice sin dificultad, el día 3 de enero de 1944, de rodillas apoyada sobre la cama que me sirvió de mesa. Ave María”. Así concluye el relato manuscrito de la visión (Umcaminho…, cit., p. 267).

Obviamente ella escribió sólo lo que le fue revelado el 13 de julio de 1917 —el Tercer Secreto—, omitiendo, conforme las instrucciones que acabara de recibir de la Madre de Dios, cualquier referencia a esta nueva aparición.


¿Cómo interpretar esa visión?

Lo extraordinario de esa visión particular es que viene acompañada de palabras que la interpretan. Y de esa manera, complementa y realza la grandeza y seriedad del propio mensaje de Fátima.

Aparte de mostrar su inefable bondad con sor Lucía —a la que conforta con su “mano amiga, afectuosa y materna” y con expresiones de aprecio por su obediencia—, y de autorizarle a escribir el Tercer Secreto, la Virgen la premia con esta visión y le hace “comprender su significado”, aunque advierte que no debe añadirla al escrito oficial: sólo pudo anotarla en su Diario personal.

La imagen que Lucía ve en Dios, “la punta de la lanza, como una llama que se desprende”, es notablemente parecida a la espada de fuego que sostiene el Ángel en la visión del Tercer Secreto [3]Y esa llama, tocando el eje de la Tierra, convulsiona de tal manera toda la naturaleza que hasta “ciudades, villas y aldeas son sepultadas con sus habitantes”. Lo cual a su vez coincide con la predicción del mensaje de Fátima, “varias naciones serán aniquiladas”si los hombres no atendiesen los pedidos de la Virgen.

A ese escenario pavoroso se suma la “guerra destructora”, que Lucía entiende que tiene dos causas: “el odio” y “la ambición” . Las atroces masacres de cristianos en Medio Oriente a manos de los islamitas de ISIL y congéneres, que revelan un odio satánico (casi diríamos odio en estado puro); y la sanguinaria invasión rusa a Ucrania, en que la ambición territorial se vuelve cada vez más notoria, ¿no son ya primicias de esa calamidad?

Es digno de nota que paralelamente a la visión, a Lucía le fue dado entender que esas catástrofes son causadas por el pecado que cubre la Tierra, y tienen por objeto la “purificación del mundo”. Tras la purificación viene un gran triunfo universal de la Iglesia, representado por la voz que proclama “una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia”.

Todo ello confirma de manera notable los análisis y previsiones que, a lo largo de las décadas, Plinio Corrêa de Oliveira realizó sobre los rumbos de la situación internacional, advirtiendo que podría desembocar en el caos generalizado, antes de una gran victoria de la Iglesia.

Nótese además la consonancia con el triunfo del Inmaculado Corazón de María previsto en Fátima, y con predicciones similares de la Virgen en apariciones igualmente reconocidas por la Iglesia, como La Salette (1846), Akita (1973) y otras.


¿En el umbral del desenlace de Fátima?

Sor Lucía, la vidente de Fátima, fue monja Dorotea hasta su ingreso en el Carmelo de Coimbra en 1948.

Más allá de lo que esta visión de Lucía tiene de terrible y grandioso, cabe resaltar su encaje perfecto como pieza clave en el entramado del mensaje de Fátima —esa apasionante ecuación profética cada vez más próxima a resolverse— al cual enriquece con importantes pormenores hasta ahora ignorados.

Es también muy significativo el hecho de que la visión se dé a conocer sólo ahora, 70 años después de ocurrida, cuando amenazantes focos de violencia estallan por todas partes y hasta el mismo Papa Francisco sorprende al mundo declarando que ya “hemos entrado en la tercera guerra mundial” [4].

En verdad, la descripción de Lucía no podía llegar en momento más oportuno: este contexto tan convulsionado permite que todos la entiendan sin dificultad, y por eso nos parece providencial que sea revelada ahora.

Su difusión podrá ayudar a comprender el castigo que vendrá si los hombres no renuncian a la impiedad y la corrupción, y estimularlos a “enderezar sus sendas” (Marcos 1: 3) por medio de la enmienda de vida, a que la Santísima Virgen los instó en Fátima.

Así se harán acreedores a una misericordia especial de Dios, a la hora de un castigo cada vez más probable. Y ese podrá ser el mayor beneficio del celestial mensaje, que a todos debe hacernos reflexionar.

[1] CARMELO DE COIMBRA – Umcaminhosob o olhar de Maria: Biografia da IrmãMariaLúcia de Jesus e do CoraçãoImaculado, O. C. D. Marco de Canavezes: Ediciones Carmelo, 2013, 495 páginas.

[2] ANTONIO SOCCI, Novitàapocalittiche da Fatima

[3] “… hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo” (Congregación para la Doctrina de la Fe, El Mensaje de Fátima, 26 de junio de 2000, disponible enhttp://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20000626_message-fatima_sp.html

[4] Il Papa: ’La Terza guerra mondiale è giàiniziata’, “La Repubblica”, Roma, 18 de agosto de 2004,www.repubblica.it/esteri/2014/08/18/news/papa_francesco_terza_guerra_mondiale_kurdistan-94038973/


RESUMEN REALIZADO POR JOHN VENARI SOBRE EL LIBRO

"IL QUARTO SEGRETO DI FÁTIMA" DE ANTONIO SOCCI

Una síntesis minuciosa y detallada que cuestiona lo revelado por la Iglesia Católica sobre el Tercer Secreto de Fátima. 

Esta evidencia al rojo vivo, publicada por vez primera en el libro del Sr. Socci, es la primera en la que un alto funcionario vaticano, si bien uno ya retirado, admitió que sí, existe un –para decirlo en las palabras de Socci- “Cuarto Secreto, o por mejor decir, una segunda parte del Tercer Secreto (evidentemente una continuación de las palabras de Nuestra Señora interrumpidas por el ‘etc.’), que aún no ha sido revelado, y que fue por otro camino dentro de los muros del Vaticano”.

El 22 de noviembre de 2006, el libro de Antonio Socci Il Quarto Segreto di Fatima (El Cuarto Secreto de Fátima) impactó en las librerías italianas. El autor, después de mucha investigación llega a la conclusión de que el Vaticano no ha revelado el Tercer Secreto en su totalidad.

Difícilmente pueda exagerarse la importancia de este libro. El Sr. Socci es un famoso escritor italiano de primer nivel, y entrevistador de la televisión, que no está asociado a ningún grupo “tradicionalista”. De hecho, inicialmente su posición era firmemente oficialista cuando el Vaticano afirmó haber publicado el Secreto en su totalidad, el 26 de junio de 2006.


EL DESAFÍO DE PAOLINI

Socci escribe en la introducción de su libro que fue movido a la duda por un artículo del periodista italiano Vittorio Messori a propósito de la muerte de Sor Lucia: “El Secreto de Fátima, la celda de Sor Lucía ha sido sellada”. Allí Messori hablaba de los numerosos escritos y “Cartas a los papas” que Sor Lucía habría dejado en su celda. Messori aludía a la revelación vaticana del Tercer Secreto del 26 de junio de 2000 diciendo “que en lugar de resolver el misterio, ha abierto otros: en lo referido a sus interpretaciones, sus contenidos y sobre la integridad del texto revelado”.

Esto desató una vorágine de preguntas en la mente de Socci. ¿Por qué insinuaría un hombre como Messori, “un gran periodista, extremadamente preciso…” el columnista católico más traducido en todo el mundo”, una sospecha tal sobre el Vaticano? ¿Cómo podría una persona como Messori, tan cercana al ambiente del Vaticano estar persuadido de que la versión oficial del Tercer Secreto no es convincente?

Esto era especialmente incomprensible porque cinco años antes, cuando la publicación de la Visión del Secreto, Messori no expresó reserva alguna sobre lo que el Vaticano había dicho. Ahora parece tener dudas. Ahora parece tener cuestionamientos que formular.

Socci respondió tomando parte en una amable disputa con Messori en la cual él defendía la posición del Vaticano. Pero luego, dice Socci, “fui golpeado por un artículo escrito por un joven autor católico, Solideo Paolini”, que fue publicado en una revista tradicionalista la cual participó del debate entre Socci y Messori.

Paolini, dice Socci, “proponía una lista de argumentos contra la versión oficial del Vaticano (que era la mía también, en ese momento)”. El argumentaba que el Vaticano estaba reteniendo la parte principal del Tercer Secreto “debido a su contenido explosivo”. El Sr. Paolini había investigado el tema de Fátima intensamente, y había escrito un libro sobre el Tercer Secreto, “Fátima: no despreciéis las Profecías”, que fue publicado en Italia. Para su propia sorpresa, Socci encontró los argumentos de Paolini dignos de consideración.

Socci expresa su punto de vista: fue un error que la Curia y los medios ignorasen el desafío de los católicos tradicionalistas que sostenían que el Tercer Secreto no había sido revelado en su totalidad. “Por ejemplo”, escribe, “en el libro editado por el padre Paul Kramer [La Batalla Final del Diablo] que reunía los trabajos y artículos de varios autores, hay una denuncia de que el Vaticano no ha cumplido con los pedidos de Nuestra Señora de Fátima, y se afirma que “el precio de la indecisión del Vaticano bien puede ser extremadamente alto y que será pagado por toda la humanidad”.

En síntesis, Socci reconocía que había muchas preguntas sin respuestas, muchos puntos enigmáticos en torno al Secreto.


LA FALTA DE RESPUESTA DEL CARDENAL BERTONE

El Cardenal Bertone no respondió a un pedido de entrevista de Socci. El desconcierto de Socci se intensificó más aún cuando buscó respuestas en la jerarquía Vaticana, especialmente por parte del Card. Bertone, coautor junto con el Card. Ratzinger del documento del 26 de junio de 2000 sobre del Secreto: “El Mensaje de Fátima”.

Socci escribe: “Yo había indagado a muchos hombres de autoridad e influencia en la Curia, como el Card. Bertone, actualmente Secretario de Estado del Vaticano, que tuvo un papel central en la publicación del Secreto en 2000… El Cardenal, que realmente me había favorecido con su consideración personal, pidiéndome diera conferencias en su ex diócesis de Génova, ni siquiera consideró necesario responder a un pedido de entrevista de mi parte. Naturalmente que estaba es su derecho, pero esto no hizo sino incrementar en mí el temor de que existieran ciertas preguntas embarazosas, y principalmente, de que hay algo (extremadamente importante) que necesita mantenerse oculto”.

Cierra la introducción diciendo que no había esperado encontrarse un “enigma tan colosal” en torno al Tercer Secreto. Y si bien no puede suscribir ninguna de las teorías que postula la literatura tradicionalista, “en definitiva tuve que rendirme”, dice, “a la conclusión de que existen dos textos del Secreto, uno de los cuales no ha sido revelado al mundo”.


“CREO QUE HAY ALGO MÁS”

Los lectores recordarán que el 13 de mayo de 2000, durante la beatificación papal de Jacinta y Francisco en Fátima, el Card. Angelo Sodano, titular de la Secretaría de Estado, anunció que el Tercer Secreto habría de ser revelado y anticipó lo que él decía ser una parte del contenido. Sodano anunciaba que el Secreto hablaba de “un obispo de blanco” que, mientras camina entre cadáveres de mártires, “cae el suelo, aparentemente muerto, bajo un ataque de armas de fuego”.

El Card. Sodano señalaba así que esta era una predicción del intento de asesinato de Juan Pablo II en 1981.

Aunque la multitud congregada aplaudió la alocución de Sodano, algunos se mostraron inmediatamente escépticos. El 13 de mayo Associated Press cita el testimonio de Julio Esteleo, de 33 años, un comerciante portugués dedicado a la venta de automóviles: “Lo que ellos dicen ya ha ocurrido en el pasado. Esto no es una predicción. Es decepcionante. Yo creo que hay algo más”.

En verdad, muchos católicos dicen “Yo creo que hay algo más”.

Luego, el 26 de junio de 2000, cuando la Visión del Secreto finalmente fue publicada, supimos que el Card. Sodano no había dicho la verdad. El Secreto no dice que el Papa cae “aparentemente muerto”, sino que fue asesinado.

Hasta el Washington Post notó la discrepancia en su reporte del mes de julio: ”El Tercer Secreto espolea más cuestionamientos: La interpretación de Fátima se aparta de la Visión”.

“El 13 de mayo, el Card. Angelo Sodano, un funcionario de primer nivel del Vaticano, anunció la inminente publicación de un texto cuidadosamente guardado. Dijo que el Tercer Secreto de Fátima anticipaba, no el fin del mundo, como algunos habían conjeturado, sino el ataque del 13 de mayo de 1981 al Papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.

“Sodano afirmó que el manuscrito… dice que ‘un obispo vestido de blanco” que, mientras se abre camino entre cadáveres de mártires, ‘cae al suelo, aparentemente muerto, bajo una lluvia de balas”.

“Pero el texto dado a publicidad el lunes (26 de junio) no deja dudas respecto al destino del obispo, al afirmar que ‘fue muerto por un grupo de soldados que disparaban balas y flechas contra él’. Todos los que están con el Pontífice también mueren: obispos, sacerdotes, monjes, monjas y laicos. Juan Pablo sobrevivió a los disparos efectuados por un solo tirador, Mehmet Alí Agca, y nadie entre la multitud resultó herido en el ataque.”

Este periódico laico no pudo evitar una mirada sospechosa sobre el Cardenal Sodano, puesto que está claro que él dio una imagen falsificada del Tercer Secreto sobre la cual quiso forzar una interpretación fallida.

Los católicos atentos inmediatamente contrastaron la revelación vaticana presentada como el Tercer Secreto completo con lo que el Cardenal Ratzinger había dicho en 1984. En su famosa entrevista con Vitorio Messori, el Cardenal Ratzinger dijo que el Secreto concernía a “los peligros que amenazaban la Fe y la vida de los cristianos, y por lo tanto al mundo. Y también la importancia de los últimos tiempos (novissimi)”. El Cardenal explicó además que “las cosas contenidas en el Tercer Secreto corresponden a lo que está anunciado en la Escritura y confirmado en muchas otras apariciones marianas…”.

Pero la visión del Papa siendo muerto por soldados no necesariamente refleja los “peligros que amenazan la fe”, ni se corresponden necesariamente con los “últimos tiempos”. Más aún, uno puede buscar “otras apariciones marianas” en vano si espera encontrar referencia alguna a la profecía de un papa que es muerto por un grupo de soldados. Tampoco la hay en las Escrituras.

La especulación se sustenta en el hecho de que notorios especialistas en el tema de Fátima, como el P. Alonso, y el Hermano Michel de la Sainte Trinité dedujeron, a partir de estudios amplios sobre lo que había sido dicho con anterioridad respecto al Tercer Secreto, que el contenido de la profecía se refería a una gran crisis de la Fe en la Iglesia Católica.


HABLAN LOS EXPERTOS

Respecto al Tercer Secreto de Fátima, del Cardenal Oddi resalta:

“No tiene nada que ver con Gorvachov. La Santisima Virgen nos está alertando sobre la apostasía en la Iglesia.”

El fallecido padre Joaquín Alonso (+1981) quien por dieciséis años fue el archivista oficial de Fátima, y que había tenido numerosas entrevistas con la Sor Lucía, testifica lo siguiente:

“Por lo tanto es completamente probable que el texto haga referencias concretas a la crisis de fe dentro de la Iglesia y a la negligencia de los pastores mismos [y a las] luchas internas en el seno de la Iglesia y a una grave negligencia pastoral de la alta jerarquía…

“En el período precedente al gran triunfo del Inmaculado Corazón de María han de suceder cosas terribles. Esto es lo que forma parte del Secreto. ¿Cuáles son? Si en ‘Portugal se preservara siempre el dogma de la Fe’… puede claramente deducirse que en otras partes de la Iglesia estos dogmas se oscurecerán o inclusive se perderán totalmente…

“¿Acaso el texto no publicado habla de circunstancias concretas? Es muy posible que hable no solo de una crisis en la fe en la Iglesia durante el período precedente, sino que como en el caso del Secreto de La Salette, por ejemplo, haya referencia más concretas a las luchas internas de los católicos o a la caída de los sacerdotes y la religión. Quizás inclusive se refiera a las defecciones de la alta jerarquía de la Iglesia. Puesto que ese asunto no es para nada extraño a otras comunicaciones que Sor Lucía ha recibido en este tema.”

Mons. Amaral, tercer obispo de Fátima, dijo lo siguiente sobre el Secreto una conferencia en Viena, Austria, el 10 de septiembre de 1984:

“Su contenido concierne a la fe. Identificar el [Tercer] Secreto con anuncios catastróficos o con un holocausto nuclear es deformar el sentido del mensaje. La pérdida de la fe de un continente es peor que la aniquilación de una nación; y es verdad que la fe está continuamente disminuyendo en Europa.”

Está luego la cita famosa del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal de cuatro papas, incluyendo a Juan Pablo II:

“En el Tercer Secreto se anticipa, entre otras cosas, que la gran apostasía en la Iglesia comienza por lo más alto”.

Los católicos tienen buenas razones para creer que hay aún una parte del Secreto –un segundo texto que aún no ha sido revelado- que tiene un “contenido explosivo” referente a una apostasía masiva en la Iglesia.

MIRÓ EL SOBRE AL TRASLUZ

Los católicos también tienen buenas razones para sospechar la existencia de una segundo texto por la evidencia que presenta Mons. Venancio en Fátima.

En 1957, cuando el Santo Oficio del Cardenal Ottaviani solicitó al obispo de Fátima se enviara el Secreto al Vaticano, el obispo de Fátima, Mons. da Silva confió la tarea a su obispo auxiliar, Mons. Venancio. En determinado momento, cuando Mons. Venancio estuvo solo con el Secreto, miró el sobre al trasluz. Pudo reconocer dentro del sobre grande del obispo otro más pequeño, de Sor Lucía. Y dentro de este sobre había una hoja de papel común con márgenes en sus cuatro costados de unos tres cuartos de centímetro. El Hermano Michel señala que Mons. Venancio “se tomó el trabajo de anotar el tamaño de todo”. Es Mons. Venancio quien nos revela que el Secreto final estaba escrito en una pequeña hoja de papel en la que había unas 25 a 30 líneas.

Sin embargo el Tercer Secreto del Vaticano, revelado el 26 de junio estaba escrito por Sor Lucía en cuatro hojas de papel que contienen 62 líneas de texto. Aquí, nuevamente, encontramos la evidencia de dos textos del Secreto.

Esta evidencia fue confirmada de un modo excepcional el verano pasado.

“AUNQUE YO SUPIERA MÁS SOBRE ESTO”

El Arzobispo Capovilla admitió la existencia de dos textos.

El Sr. Socci había entrado en contacto con Solideo Paolini, el joven periodista que originalmente debatió con él sobre el Tercer Secreto. Paolini le entregó generosamente a Socci todos los descubrimientos sobre el Secreto provenientes del ex secretario de Juan XXIII, Arzobispo Loris Francesco Capovilla.

Voy a atenerme estrictamente a la cronología de los acontecimientos que aparece en el libro de Socci

Solideo Pasolini visitó a Capovilla el 5 de julio de 2006 en la casa que el Arzobispo tiene en Sotto il Monta. Después de alguna conversación preliminar, Paolini le dijo a Capovilla la razón de su visita: su investigación periodística sobre Fátima. “Dado que Ud. es una fuente de información de primer nivel”, dijo Paolini, “me gustaría preguntarle algunas cosas”, particularmente sobre el Tercer Secreto.

El Arzobispo Capovilla respondió inicialmente: “No, realmente, para evitar malos entendidos, y dado que ya ha sido oficialmente revelado, yo adhiero a lo que se ha dicho. “Aunque yo supiera más sobre esto, debemos atenernos a lo que se ha dicho en documentos oficiales”.

La fascinante admisión de este hecho nos ofrece un pantallazo del modo como opera el Vaticano. El Vaticano presentó su “revelación oficial” sobre el tema, y un funcionario vaticano retirado insiste en que se debe adherir a ella, “aún si supiera más” sobre la cuestión. Le insinúa al Sr. Paolini cual es habitualmente la política en temas así, y a la vez levanta un poco el telón. Es una pista del Arzobispo que insinúa, “Si, yo sé más sobre esto”.

El Arzobispo en este punto de la conversación sonrió y dijo: “Por favor, escríbame sus preguntas y yo las responderé”. Dijo que buscaría entre sus papeles, si es que todavía conservaba alguno, puesto que ya había donado prácticamente todo a un museo. Luego le dijo a Paolini “le enviaré algo, tal vez una frase… solo escriba y espere”.

¿Una frase? pensó Paolini, ¿qué podría querer decir “le enviaré una frase”.

Tres días más tarde, Paolini remitió por correo electrónico una lista de preguntas al Arzobispo Capovilla. El 18 de julio, Paolini recibió un paquete de su parte en el que estaban las respuestas y algunos papeles de sus archivos.

Paolini escribe, “A lo referente a mis preguntas sobre la existencia de un texto no publicado del Tercer Secreto, que no habría sido aún revelado, cuya existencia es altamente probable debido a una masiva cantidad de pistas, Mons. Capovilla (que, como se sabe, leyó el Tercer Secreto) escribió literalmente, “No sé nada”.

Paolini estaba perplejo. El Arzobispo Capovilla leyó el Secreto, conocía su contenido, estaba en posición de afirmar inequívocamente que el Tercer Secreto había sido revelado ya en el año 2000 y que no quedaba nada sin revelar. Sin embargo dijo: “No se nada”.

Esta expresión, en opinión de Paolini, fue “una irónica alusión a cierta ‘omertá siciliana’… una especie de ley mafiosa de silencio”.

Esta no fue la última de las sorpresas.

El paquete enviado por Capovilla contenía algunos papeles oficiales y un tarjetón autografiado en el que se lee como sigue:
“14 de julio de 2006 
Estimado Solideo Pasolini, Le estoy enviando algunos papeles de mi archivo. Le sugiero que compre el librito sobre el Mensaje de Fátima publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el año 2000.
Con mis bendiciones
Loris Capovilla”.

¡Extraña sugerencia! Por cierto que el Arzobispo Capovilla no ignoraba que el Sr. Paolini había estudiado el asunto del Tercer Secreto con toda profundidad y por cierto ya tenía el documento del 26 de junio. Quedó claro a Paolini que esta era otra pista del Arzobispo. Algo así como si Capovilla le dijera “Lea el documento del 26 de junio nuevamente, pero esta vez hágalo a la luz de lo que le estoy enviando yo”. Y por cierto que Paolini encontró una bomba de tiempo en los documentos.

“Comparando el folleto publicado por el Vaticano con los documentos de los archivos enviados por el secretario de Juan XXIII”, afirma Paolini, “aparece inmediatamente una contradicción muy significativa en las ‘notas reservadas’ a los ojos del investigador. Con el sello de autenticidad bien impreso sobre el papel [sello oficial queda certificado que el Papa Paulo VI leyó el Secreto la tarde del 27 de junio de 1963, mientras que el documento oficial del Vaticano afirma que “Paulo VI leyó el contenido el 27 de marzo de 1965 y envió el sobre al los archivos del Santo Oficio, después de decidir que no se publicaría el texto.”

Tenemos, pues, una discrepancia de fechas. Los documentos oficiales de Capovilla dicen que Paulo VI leyó el secreto el 27 de junio de 1964 mientras que el documento del Vaticano del 26 de junio de 2000 afirma que el mismo papa leyó el Secreto el 27 de marzo de 1965.

Paolini telefoneó inmediatamente al Arzobispo Capovilla para pedir una explicación de esta contradicción de fechas. Capovilla, un poco evasivo al principio, respondió con frases como “no estamos hablando de las Escrituras”. A lo cual Paolini respondió inmediatamente, “Si, Excelencia, pero mi referencia es un texto oficial escrito (el documento oficial del Vaticano), ¡que es claro y se basa en otro documento de archivo! Mons. Capovilla respondió, “Bien, puede ser que el paquete Bertone [documento del 26 de junio] no sea el mismo que el paquete Capovilla…”

En este punto brilló una luz en la mente de Paolini y aventuró la pregunta del millón: “¿Entonces ambas fechas son correctas porque hay dos textos del Tercer Secreto?”

Después de una breve pausa, el Arzobispo Capovila respondió “¡eso es exactamente!”.


OTRA DISCREPANCIA: “EXPRESIONES EN DIALECTO PORTUGUÉS”

En el mismo capítulo, Socci pone en el tapete otros puntos que sugieren don textos diferentes del Secreto. Uno de los más impactantes concierne a las así referidas “expresiones en dialecto portugués” que el Secreto contiene.

Socci nota que el Cardenal Ottaviani había dicho que cuando Juan XXIII abrió el sobre [conteniendo el Secreto] y lo leyó, entendió perfectamente, aunque estaba escrito en portugués. Sin embargo, el Hermano Michel de la Sainte Trinité, autor de “Toda la Verdad sobre Fátima”, señala que el Papa había requerido la asistencia de un cierto Mons. Tavares para ayudarlo a entender algunas expresiones portuguesas. El Arzobispo Capovilla también testimonia que, puesto que el texto contiene expresiones de dialecto portugués, “se llamó a un sacerdote de nombre Mons. Tavares”.

Socci insiste en que esta discrepancia solo puede ser entendida si hay dos textos del Secreto, uno que Juan XXIII podía leer sin ayuda de Mons. Tavares, y otro que requería de su asistencia.

Socci probó su teoría consultando a Mariagrazio Russo, una experta en lengua portuguesa, quien dirigió un análisis muy preciso de la visión del Secreto dada a publicidad por el Vaticano en 2000. No solo concluyó Russo en que hay muchas inexactitudes en la traducción oficial del texto portugués de cuatro páginas de la Hermana Lucía (lo que resulta curioso en un documento de tal importancia), sino que ella no encontró ningún tipo de “expresión regional ni dialectal”. Esto solo puede significar que lo que el Vaticano reveló es diferente de lo que leyó Juan XXIII, en lo cual había “expresiones dialectales”, por lo cual debió requerir de un asistente portugués.


¿COMO PUDO HABER OCURRIDO?

Socci plantea una hipótesis de lo que puede haber pasado en 2000 tras los muros vaticanos. Afirma que Juan Pablo II y el Card. Ratzinger querían revelar el Tercer Secreto en su totalidad, pero que el Card. Sodano, por entonces Secretario de Estado, se opuso a la idea. La oposición del Secretario de Estado significa una presión formidable.

Se llegó, pues a una solución de compromiso que lamentablemente no revela la existencia de virtudes heroicas en ninguno de los actores.

La visión del “Obispo vestido de blanco” que está reproducida en las cuatro páginas escritas por la Hermana Lucía sería revelada inicialmente por el Card. Sodano, en conjunto con su absurda interpretación de que el Secreto no es nada más que una predicción del intento de asesinato del Papa Juan Pablo II en 1981.

Al mismo tiempo, el 13 de mayo de 2000, durante la ceremonia de beatificación de Jacinta y Francisco, el Papa Juan Pablo II “revelaría” la otra parte, la “terrorífica”, del Tercer Secreto oblicuamente, en su sermón. Es por eso que Juan Pablo II habló en su sermón del Apocalipsis: “Otro portento apareció en el Cielo; un gran dragón” (Ap. 12, 3). Estas palabras tomadas de la primera lectura de la Misa nos hacen pensar sobre una gran batalla entre el bien y el mal, mostrándonos como, cuando el hombre deja de lado a Dios, no puede alcanzar la felicidad, sino que termina destruyéndose a sí mismo… El mensaje de Fátima es una llamada a la conversión, una alerta a la humanidad para que no tenga relación alguna con el “dragón”, cuya “cola barrió un tercio de las estrellas del Cielo, y las precipitó a la tierra”. (Ap. 12:4).

Los Padre de la Iglesia han interpretado siempre a “las estrellas del cielo” como el clero, y las estrellas barridas por la cola del dragón indican un gran números de miembros del clero que caen bajo la influencia del Demonio. Este fue el modo en que Juan Pablo explicó que el Tercer Secreto también predice una gran apostasía.

Fue una revelación implícita del secreto. Así, el Vaticano, y el Papa mismo, no podrían ser acusados de mentir ante la pregunta directa: “¿Se ha revelado completamente el Tercer Secreto”? Respuesta: “Si, ha sido completamente revelado”.

Algunos podrán juzgar esta hipótesis traída de los pelos. Las personas normales, se podría objetar, no actúan de esta manera. Yo, sin embargo, la encuentro perfectamente plausible.

Primero, tenemos el testimonio de Mons. Williamson, de la FSSPX que relata que un sacerdote austríaco de su amistad le dijo que el Card. Ratizinger le había confiado (al sacerdote austríaco) que tenía dos pesos en su conciencia. Uno era el mal manejo del Mensaje de Fátima del 26 de junio, el otro el del problema con Mons. Lefebvre en 1988. “Me equivoqué”, habría dicho con respecto a Mons. Lefebvre. “Me torcieron la mano”, respecto a Fátima. La hipótesis de Socci es coherente con la confesión atribuida al Card. Ratzinger de haberse dejado “torcer la mano”.

En segundo lugar, cualquier que conozca la “romanita” vaticana no tendrá dificultad alguna en aceptar la probabilidad del procedimiento que plantea la hipótesis.

El Vaticano es una burocracia romana que está en posesión del lugar desde los tiempos de Carlomagno. Puede ser extremadamente prudente y sutil cuando actúa por derecha, y evasiva y astuta cuando lo hace por siniestra. Es experta en escurrirse de las situaciones embarazosas. Ni afirma ni niega. Responde a la preguntas con otras preguntas. Se evade con un delicioso encanto.

Como estamos viviendo el período en el que el “humo de Satanás ha entrado en la Iglesia”, debemos admitir con dolor que el Vaticano posconciliar, en muchas ocasiones, ha abandonado el dictado evangélico “Que tu sí sea sí, y que tu no sea no”. (Mt. 5:37). Esta es una de las razones del impacto de la publicación tradicionalista Si si, no no, dado que obtener un Si o un No directos de los funcionarios vaticanos actuales –descubrir los que realmente piensan- puede llegar a ser un tarea imposible.


DOS EJEMPLOS PUEDEN ILUSTRAR

El Papa Juan Pablo II presentó su “Pedido de perdón Papal” el 12 de marzo de 2000 como parte de año jubilar del milenio. Le pidió al Card. Ratzinger que preparara una defensa teológica del programa de “Pedido de Perdón” con el fin de ser editado por Doctrina de la Fe.

El Card. Ratzinger, que ciertamente es un hombre de pensamiento progresista, no aprobaba sin embargo este pedido de perdón. Así fue, pues como el manejó la comisión: según relata el vaticanista Sandro Magíster, uno de los periodistas más ratzingerianos de Roma, el cardenal redactó argumentos contra el programa de Pedido de Perdón con gran firmeza y precisión. Luego construyó las respuestas a estos argumentos de un modo poco riguroso y débil. Fue su modo de afirmar, indirectamente, que el programa papal era indefendible teológicamente.

Sin embargo no se atrevió a decirlo abiertamente. Nadie, sin una extraordinaria clarividencia capaz de leer la mente del cardenal podría decir cual ha sido su intención. Pero, finalmente, lo que el católico de a pie asumió fue “Memoria y Reconciliación”, uno de los documentos doctrinariamente más insensatos y ridículos producidos por el Vaticano posconciliar, un delirio producto de un estado de postración. Sin embargo, este documento vino del hombre cuya función primordial era defender la integridad de la doctrina.

De nuevo, nadie podría acusar al cardenal de poseer virtudes heroicas, pero esto nos pinta un cuadro sobre el modo en que el Vaticano se maneja. En nombre de la obediencia, o al menos de un cierto compromiso con la obediencia, el Card. Ratzinger publicó un documento sobre materia doctrinal que confundió a millones de fieles católicos.

Hay otro triste ejemplo de una menos admirable integridad sobre el Vaticano de hoy que yo he experimentado de primera mano.


¡OBEDEZCAN!

Años atrás yo pertenecía a una comunidad de Misa Tridentina que después de 1988 había buscado la posibilidad de una regularización. En enero de 1994 dos de nosotros viajamos a la oficina de Ecclesia Dei en Roma para considerar esta posibilidad. En cuanto a la “regularización” el viaje fue una pérdida de tiempo: pero en lo que respecta a las duras lecciones y el “how’s how” de la operatoria vaticana, fue un viaje invalorable.

En un punto de nuestra entrevista, el P. Arthur B. Caulkins de la oficina vaticana de Ecclesia Dei nos dijo que nuestro deber ¡era obedecer! Y si lo que se manda está mal, la culpa no es de quien obedece, sino en quien manda.


EL P. CAULKINS HABLABA EN SERIO

Yo no podía creer a mis propios oídos. Este modo de obediencia ciega, propuesto por el funcionario vaticano, significa que el clero católico, los religiosos –inclusive los funcionarios vaticanos- obedecerán órdenes verdaderamente dañosas para las almas y para la Fe, mientras se dicen a sí mismos que no incurren en ninguna responsabilidad personal puesto que “Yo solo obedezco órdenes”: “Es la responsabilidad de mi superior, no la mía”. La nueva misa, la monaguillas, la comunión en la mano, las jornadas de la juventud al ritmo del rock’n’roll, encuentros panreligiosos con paganos, todas estas afrentas a la Fe católica se realizan en nombre de una “obediencia”; que no es tal sino cobardía y servidumbre.

Si el Vaticano actualmente opera bajo estos principios como política habitual, lo cual significa una perversión de la piedad filial que el católico debe a sus superiores religiosos, entonces no hay que sorprenderse de la estampida de anomalías y delitos que campea en el mundo católico. Esto también ayuda a comprender la hipótesis de Socci sobre una “revelación de compromiso” del Tercer Secreto.


PRINCIPALES REVISIONES

El libro de Socci contiene muchos otros puntos demasiado numerosos como para enumerar aquí. Habla del menosprecio de Juan XXIII y Paulo VI hacia la Hermana Lucía; del hecho de que la parte oculta del Secreto predice una grave crisis de Fe y posiblemente contenga advertencias sobre el Concilio Vaticano II; de la absurda entrevista a puertas cerradas entre el Card. Bertone y la Hermana Lucía de noviembre de 2001 tras la cual él afirmó que la religiosa concordaba con todo lo dicho en el documento del 26 de junio, incluso aunque el documento minaba el mensaje de Fátima tan duramente que hasta los titulares de diarios seculares como “Los Angeles Times” lo reflejaban: “Los máximos teólogos vaticanos sutilmente desacreditan el culto a Fátima”.

Socci dice además que la parte no publicada del texto del Secreto muy probablemente contenga advertencias sobre catástrofes naturales inmensas.

En cuanto a la consagración de Rusia, Socci concluye que no ha sido realizada. Esto se comprueba simplemente observando el estado de decadencia de Rusia. No podemos sino aplaudir el sentido común de Socci. Solo comentaristas completamente irreligiosos o descerebrados pueden insistir en que la Rusia de hoy, atiborrada de divorcio, aborto, cultos y perversiones sexuales testimonia el triunfo del Corazón Inmaculado.

Hay mucho más en este libro de 255 páginas. Y ha sido publicado por una casa editora de primer nivel en Italia, lo cual probablemente asegure su circulación y genere mucha discusión. Un contacto de la CFN nos dice que el libro ha recibido críticas de primer nivel en los diarios italianos más importantes, (incluyendo el Corriere della Sera, La Stampa, Libero e Il Giornale) y parece estar causando una buena turbulencia dentro del Vaticano.

No podemos sino desear que el libro sea publicado en inglés y en los otros principales idiomas, lo más pronto posible.

[SdeT] La polémica sobre si se reveló todo lo que la Virgen dijo en Fátima sigue en pie a pesar de que en el año 2000 el Vaticano reveló el “tercer secreto”, que Sor Lucía había entregado para ser abierto en la década de los ’60, y que sucesivos papas lo leyeron y no consideraron oportuno publicar.

Los “fatimistas” no consideraron que lo que leyó el Cardenal bertone en el año 2000 fuera efectivamente todo lo que el Vaticano tenía en su poder, y se puede leer esta tesis en un post publicado por los Foros de la Virgen María El 4º secreto de Fátima o segunda parte del 3º secreto

En este artículo Cesar Uribarri trata de salir del corset de si hay un tercer secreto oculto y pone su énfasis en la necesidad de revelación de todo el mensaje, que fue artificialmente dividido en tres partes.

La verdadera historia oculta de Fátima es apasionante. Hoy sabemos que a la tenacidad de los fatimistas se les debe la publicación del tercer secreto. Debió reconocerlo el cardenal Bertone sin ambages, ante lo que desde Roma se consideraba como una presión casi insoportable. El padre Kramer era tenaz, y su cruzada visto lo visto, eficaz. Sin embargo tal presión no se vino abajo con la publicación del tercer secreto. Aquel año 2000 los fatimistas debían haberse sentido moralmente reconfortados, sin embargo algo oscuro evitaba cerrar el dolor ante una promesa incumplida desde 1960. El tercer secreto presentado por la Congregación del entonces Prefecto Ratzinger estaba vinculado a un texto manuscrito de sor Lucia que parecía chocar con todos los datos anteriores que de él se tenían. Y no de fuentes menores, que el mismo Cardenal Ottaviani había sido quien fijara el conocimiento vaporoso que se podía tener sobre él antes de su publicación: “está escrito en una hoja de papel”. Pero contra el parecer de las hemerotecas la congregación de Ratzinger presentaba un texto de 4 folios.



Cuando el periodista de Carlis le hace ver a Bertone tal contradicción simplemente el Secretario de Estado del Vaticano se lava las manos: “no sé porqué Ottaviani dijo eso”. Extraña forma de echar leña a un fuego en vez de apagarlo, pues ni era de prever que Ottaviani se hubiera equivocado en semejante cuestión, tal era el magnetismo que Fátima surtiría en aquellos años, ni era de prever que Bertone no supiera porqué el gran Ottaviani pudo decir “eso”. La cuestión no tenía más alternativa: u Ottaviani se equivocaba o verdaderamente existía tal manuscrito. Y Bertone sabía cual de ambas posibilidades era la correcta.

Al final la batalla, como todas las batallas de ideas, discurrió por el clarificador mundo de las publicaciones. Unos aportaban datos, otro se defendía. Huelgue decir quienes eran unos y quien otro. Pero esa batalla había cambiado de escenario: ahora el magnetismo que en su día despertara todo lo referente Fátima había disminuido, casi desaparecido. No en vano 100 años no son pocos años. Y desde aquel 13 de julio de 1917, en el que el Cielo le reinterpretó al hombre su misma historia dejando una misteriosa visión como colofón de unos mensajes desconcertantes, muchos habían sido los sucesos en la historia del hombre como para poder decir que no había pasado nada. Avances tecnológicos, médicos, científicos; cambios sociales, estructurales, nacionales. Y guerras. Predichas y acontecidas. Sin olvidar la presión al papado, desde dentro y desde fuera, hasta llegar al atentado en la plaza de san Pedro. Y aún con todo, ¡cuánto por saberse!: de la pista búlgara a la pista turca. Y Alí Agca sin entender aún porqué no había muerto el papa polaco.

En aquellos años en que no se sabía el contenido del tercer secreto cundía la extraña sensación de que mucho más estaba por ocurrir, y que mucho de “eso” habría sido predicho por el misterioso secreto. Pero tras la publicación oficial, la suma del tiempo transcurrido desde aquel 1917 junto con la interpretación teológica oficial, habían compuesto una música que hizo olvidar la letra. Letra tan evidente que era la misma literalidad del tercer secreto. Y así la pasada atracción de un secreto por revelar cedió ante un texto oficial que aparentemente reinterpretó unas imágenes de innegable peso dramático en otra imagen ya grabada en el imaginario contemporáneo de un papa desvanecido en su jeep en la plaza de san Pedro. “Todo pertenece al pasado”, parecía decir la Santa Sede. Y tamaño atrevimiento fue contestado con rapidez: “se nos ha burlado el tercer secreto”, dijo el sector fatimista y con ellos un sinnúmero de católicos de la intelligentsia mas reputada sumados al desconcierto de tal interpretación.

Y así comenzó la batalla del ordinal “tercero”. Unos por sentirse burlados, y otro por astuto, entrelazaron la trama que seguía alimentando una opinión pública cada vez más aburrida y olvidada del tema Fátima. ¿A quien le podía interesar si el tercer secreto estaba completo o no? Los hechos posteriores mostraron que a pocos. Y esa discusión, que iba apagando la atracción sobre Fátima, Bertone la alimentaba con gusto haciendo valer su capacidad estratégica, porque en el fondo lograba que cuanto más se discutiera sobre eso, más decayera el interés. Era un juego que se acabó reduciendo a sombra de si mismo: si el tercer secreto estaba completo o no. Y que cada vez interesaba menos y a menos. ¿No había logrado Bertone su objetivo: alejar el foco de atención sobre los agujeros manifiestos?

¿Qué agujeros? Una pista será dada por el mismo Bertone el día de la publicación oficial del tercer secreto. En aquella rueda de prensa posterior al desvelamiento se le preguntará si la frase “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe (…)” corresponde al tercer secreto. Su respuesta, si bien dubitativa en las formas, es tajante: pertenece al segundo. Podría parecer que tal respuesta es intrascendente. Pero no. Juan Pablo II se había empeñado en publicar el secreto, pero era consciente -y su think tank de la Santa Sede más aún- de que esa frase previa era de por sí una bomba. Y más aún si a esa frase le concluían unos puntos suspensivos enigmáticos. Algo más debió serle dicho a sor Lucia de lo que no dejó constancia. Por ello esos puntos suspensivos fueron vistos por todos los estudiosos como la clave del tercer secreto, en cuanto que esos puntos suspensivos debían ser el mismo tercer secreto.

El problema renace cuando se publica el famoso secreto. No tiene encaje en dicha frase, principalmente porque el tercer secreto es una imagen visual y esa “frase” son palabras de la Virgen. Luego podría haber algo más en esos puntos suspensivos distinto a la imagen del tercer secreto. Pero la respuesta de Bertone en aquella rueda de prensa abre nuevas claves: lo más lógico era entender que esos puntos suspensivos perteneciendo al segundo secreto, fueran algo distinto del tercero. ¿Y no se había empeñado Bertone en decir que el tercer secreto había sido revelado completo? ¿Y no había empeñando la Santa Sede su palabra en que no faltaba nada del tercer secreto por darse a conocer? Ya sabemos por qué lo decían y porqué Bertone pretendía mantener esa discusión y en esos términos: porque el tercer secreto había sido revelado completamente pero no así el segundo. Y reconduciendo el juego a esos términos, se lograría alejar de la opinión pública la demanda de una respuesta nunca dada a esos puntos suspensivos y al mismo texto revelado del tercer secreto.

Salgamos por tanto de esa discusión. Volvamos a lo que ignoramos. ¿Qué falta de aquella frase sobre Portugal? ¿Qué quería decir sor Lucia con aquellos puntos suspensivos? La pregunta ya no puede ser si el tercer secreto está completo o no, ahora la pregunta es otra: ¿está completo el secreto global de aquel 13 de julio, esto es, el único secreto que los niños dividieron en tres partes? ¿Se ha dicho todo? ¿Hay algo oculto? Y aún con todo, desconcierta ver como incluso sobre lo revelado se han conseguido desplegar sombras del modo más sibilino ocultando lo manifiesto: toda una teología despreciada, silenciada, olvidada. Y con una fuerte carga profética. ¿Qué teología? La teología de la historia, de la batalla entre el bien y el mal, de la responsabilidad de la Iglesia, en la que, como al pueblo elegido, la infidelidad a su elección era acompañada de castigos y sufrimientos. ¿Y qué profecías? La narración de un papa concreto que morirá mártir, ¿o serán varios? La narración de un martirio global de las almas fieles a Pedro en un panorama de destrucción y violencias. Porque todo eso, así tal cual, lo narra el tercer secreto. Sin ambages, sin medianías. Y que algo de ello emerge naturalmente de su lectura lo constata la misma reacción de Juan XXIII cuando tras leer el secreto dijo que aquello no pertenecía a su pontificado, intuyendo que la narración gráfica excedía al horror comunista que estaba viviendo. O el mismo Juan Pablo II, cuando meses después de su atentando pediría a sor Lucia respuesta sobre sí faltaba poco para el cumplimiento total de lo profetizado. O el mismo Benedicto XVI cuando en su viaje a Fátima recupera la urgencia y seriedad de lo profetizado, sin olvidar cuando como Cardenal y Prefecto recordara que lo dicho en el tercer secreto aún podría estar pendiente de verificarse.

Por tanto las categorías temporales siguen desconcertando. Está claro que el Cielo habla en términos meta históricos, no temporales. Pero también es cierto que toda categoría meta histórica está inserta en una realidad temporal, de la que habla y de la que se revela su sentido aclarando tanto sus porqués como sus hacia dónde. Por tanto, por mucho que haya transcurrido desde la advertencia, si la realidad moral que subyace por debajo no rectifica el rumbo, lo predicho no dejará de ser consecuencia previsible y verificable, por lo que al final, como en Nínive, lo que al principio fue evitado por una recitificación de los corazones, lo verificarán los tiempos futuros cuando se vuelva a las andadas. Sólo que Nínive escuchó una vez al menos las palabras del profeta, y estos tiempos nuestros se reafirman día a día en su desprecio.