Después de ver varios vídeos con testimonios de mujeres que entraron a formar parte del Estado Islámico, he sacado una serie de conclusiones. Mi opinión es desde la distancia y, puede ser considerada superficial por personas que han vivido una experiencia personal en primera persona pero la expongo para los que quieran compartirla.
Las mujeres que se han unido al Estado Islámico, ISIS, DAESH o como quieran llamarlo, son mujeres integristas musulmanas que buscan un país donde se practique un Islam ortodoxo y someterse a sus maridos, relegando su existencia al cuidado del hogar, los hijos. En algunos casos, si decidieron dar el salto y cobrar protagonismo, fue más que nada, para sostener El Estado Islámico, adoptando diferentes roles como convertirse en policía de la moral islámica o formar parte de una red de reclutamiento para convencer a otras mujeres para que se uniesen al Estado Islámico. Algunas jóvenes se dejaron arrastrar por el sueño de casarse con un guerrero heroico dispuesto a convertirse en mártir de la Jihad.
El Estado Islámico ya no existe como país pero sí como organización criminal. Ante la derrota del DAESH, algunas de las mujeres entrevistadas no tienen conciencia de haber hecho algo malo, algunas resaltan que solo se dedicaron a realizar tareas domésticas, otras restan importancia a las ejecuciones llevadas por los hombres de su organización, escudándose de que fueron advertidas en varias ocasiones. Estas mujeres afirman que los primeros meses de existencia del Estado Islámico fueron de extraordinaria placidez pero también recalcan el sufrimiento padecido por ellas mismas y sus familias por causa de la guerra. Las pocas mujeres que se atreven a hablar a las cámaras para mostrar algún sentimiento de arrepentimiento, piden a los reporteros que no enfoquen su rostro o que distorsionen su voz, por temor a represalias de los simpatizantes del DAESH y del resto de mujeres, que a veces incendian la tienda de campaña de aquellas que se apartan de la ortodoxia del Estado Islámico.
Las mujeres occidentales que se convirtieron a El Islam y se enrolaron al DAESH aseguran que han recibido malos tratos por parte de otras mujeres de Oriente Medio y Asia por su procedencia. Algunas de ellas desean volver a sus países de origen y reconocen que añoran la comodidad de la vida occidental pero paradojicamente, sin renunciar a sus creencias.
Algunas mujeres que intentaron desertar el DAESH por sentirse engañadas al descubrir que su nuevo estilo de vida no cumplían sus expectativas iniciales, sufrieron brutales represalias de todo tipo.
Son los casos de Sabina Selimovic (c. 16 de febrero de 1999 – 2014?) Y Samra Kesinovic (c.1 25 de septiembre de 1997 – 2015?)dos adolescentes austríacas, quienes habían emigrado hacia Siria para unirse al grupo terrorista Estado Islámico de Irak y el Levante en abril de 2014.
Selimovic y Kesinovic nacieron en el seno de inmigrantes bosnios que habían huido de la Guerra de Bosnia durante la década de 1990. Se cree que Selimovic y Kesinovic, quienes residían en Viena, se habrían radicalizado después de leer sobre la Jihad en el Internet, y combinado con sus asistencias en la mezquita de Viena. Ante ello, en abril de 2014, ambas jóvenes dejaron sus hogares en Viena, y viajaron hacia Siria vía Turquía para unirse al grupo terrorista Estado Islámico. La pareja dejó una carta a sus padres que decía "No nos busquen. Nosotras serviremos a Alá y moriremos por él." Posteriormente, la pareja publicó fotografías en las redes sociales, en donde se les ven vistiendo burkas y manejando armas de asalto. Un amigo íntimo de Selimovic y Kesinovic dijo en París Match que la pareja había contraído matrimonios con combatientes chechenos, y que temían de que en caso de que regresaran a Austria, podrían ir a la cárcel. En diciembre de 2015, una mujer tunecina que había desertado de ISIS declaró en The Sun que ella y Kesinovic estuvieron juntas en una casa en Siria, donde ambas ejercieron como esclavas sexuales para los soldados yihadistas. Al parecer, se les exigía que presentaran servicios sexuales para los nuevos reclutas.
En octubre de 2014, se reportó que Selimovic y Kesinovic habrían deseado regresar a Austria, aunque se había informado en septiembre que Selimovic había sido asesinada mientras combatía para el Estado Islámico en Siria. A finales de 2015, se reportó que Kesinovic habría sido golpeada hasta la muerte con un martillo, después de intentar escapar de su esclavitud sexual en Al Raqa.
Muchos occidentales rechazan que estas mujeres y sus hombres vuelvan a sus países como si nada hubiera pasado, les consideran elementos peligrosos, capaz de organizar una matanza con pocos medios. La pertenencia al DAESH será un estigma muy duro de llevar para muchas de estas mujeres.