- Se derrumban las fronteras surgidas de la I Guerra Mundial y de la desmembración del Imperio Otomano
- La nueva guerra civil en Irak vuelve a disparar los precios del petróleo
Un militar vigila una instalación petrolífera en Dohuk, en el Kurdistán iraquí / Getty |
Antes de que Alí Al Sistani, gran ayatolá chií de Irak, hiciera el llamamiento a sus huestes para detener la arrolladora ofensiva de las milicias del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), los peshmergas kurdos habían sellado las fronteras de su propia autonomía, y disputaban a los sanguinarios yihadistas de Abu Bakr Al Bagdadi el control de los yacimientos petrolíferos de Kirkuk. Su autonomía se amplía así y se convierte en el primer paso hacia la proclamación de su independencia. Será una pieza más dentro del derrumbe del viejo orden y de las fronteras en el Próximo Oriente, alumbradas a raíz de la I Guerra Mundial y de la correspondiente desmembración del derrotado Imperio Otomano.
Los kurdos conforman una de las minorías étnicas más extensas del mundo. Asentados en Turquía, Siria, Irán e Irak, solo en este último país han logrado un autogobierno amplio, que han aprovechado para instaurar un oasis de estabilidad en medio de la tensión que soporta toda la zona, tanto por las guerras de Irak como a causa de la que asola a Siria desde hace ya más de tres años.
El Gobierno Regional del Kurdistán asegura el control de su territorio autónomo y de las zonas en disputa con Bagdad tras la desbandada del ejército iraquí
El representante del Gobierno Regional del Kurdistán en España, Daban Shadala, asegura que las fuerzas armadas kurdas, los peshmergas (los que desafían a la muerte), garantizan el control de todas las áreas dentro de la región y alrededores, "incluyendo las zonas en disputa que se encontraban bajo la protección del ejército iraquí, que ha fallado en proporcionar el control de la seguridad en las mismas". Una manera sutil de acusar a Bagdad de no haber cumplido con su misión federal, dejando en el aire que serán los propios kurdos los que ocupen permanentemente y para siempre el terreno dejado por la desbandada inicial de los militares iraquíes.
El petróleo, como siempre
Hace apenas tres semanas que los kurdos habían desafiado la autoridad del primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, al exportar por su cuenta el petróleo de sus yacimientos, a través de un oleoducto que desemboca en el puerto turco de Ceyhan. La divisas obtenidas por tales ventas de crudo serían percibidas directamente por Erbil (sede del Gobierno kurdo), en vez de por el Tesoro iraquí. Hasta ahora, los kurdos recibían de Bagdad el 17% de los ingresos por la venta de crudo, capítulo que representa el 95% del presupuesto de todo el país.
Esta disputa ha supuesto tanto un giro en la política del actual primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, respecto de sus relaciones con los kurdos, como con el gobierno federal de Bagdad. Este ha demandado precisamente a Ankara ante la Cámara Internacional de Comercio, con sede en París, por sus acuerdos con los kurdos "dejándose llevar por la avaricia de comprar el petróleo iraquí más barato", según manifestaba el viceprimer ministro iraquí, Husein Al Sharistani, a la agencia France Presse.
El gobierno iraquí acusa a Erdogan de dejarse "llevar por la avaricia" y comprar a los kurdos el petróleo iraquí más barato
Desencadenada ahora la nueva guerra civil, entre ejército y voluntarios de la mayoría chií de una parte, y el EIIL y la minoría suní, de otra, no parece probable que el Kurdistán iraquí se avenga a aceptar los antiguos términos de su relación federal. En el mejor de los casos exigirá doblar su participación (hasta un mínimo del 35%) en los ingresos de todo el país procedentes del petróleo, y en el peor proceder a un referendum por la independencia para mantener lo ahora conquistado.
En cuanto a Turquía, Erdogan no se arriesgará a reabrir las viejas tensiones con la minoría kurda que habita en su territorio. Todo ello, mientras el régimen de Bashar Al Assad en la vecina Siria también hace frente al proyecto de "Califato" sirio-iraquí del EIIL, por encima de las fronteras actuales.
En ese contexto, el comportamiento de los kurdos, acogiendo a gran parte del medio millón de desplazados por la ofensiva de los milicianos de Al Bagdadi, y especialmente a los cristianos a quienes persiguen todos los fanatismos islamistas, les granjean cuando menos la simpatía de un Occidente que no acaba de ver su papel en esta multiguerra, disputada sobre el mar de petróleo del que depende su economía. Un crudo, que se disparaba un 4% a finales de la semana y que puede seguir encareciéndose si al derrumbe del viejo orden no sucede otro que aporte una mínima estabilidad.
Periodista, experto en Política Internacional. Fui director de Redacción de Euronews y fundador del Canal 24 Horas de TVE.