sábado, 26 de octubre de 2013

El servicio de inteligencia alemán espía como la NSA

En las últimas semanas ha habido muchas críticas de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA). Espía indiscriminadamente a la gente –incluso a ciudadanos de sus aliados europeos– es la acusación furiosa y claramente justificada.


Políticos en Alemania y en la UE han criticado repetidamente a EEUU. Pero parece que ellos mismos tienen un gran tejado de vidrio.

El servicio de inteligencia alemán –el Bundesnachrichtendienst (BND)– para nombrar un ejemplo cercano, hace exactamente lo mismo que la NSA en el exterior y lo hace con un marco legal semejante. “Las diferencias entre el BND y la NSA son mucho más pequeñas de lo que acepta generalmente el público”, escriben Stefan Heumann y Ben Scott en su estudio de los fundamentos legales de los programas de vigilancia de Internet en EEUU, el Reino Unido y Alemania.

Heumann trabaja para el think-tank alemán Neue Verantwortung (Nueva Responsabilidad); Scott era asesor de la ex secretaria de Estado de EEUU Hillary Clinton y es ahora asesor político en el Open Technology Institute, parte del think-tank New America Foundation. En su estudio, los analistas compararon los fundamentos legales, enfoque y supervisión parlamentaria de los programas de espionaje en los tres países.

Sus resultados: la NSA tiene el mayor programa de espionaje y la ventaja de que sus objetivos –los proveedores de servicios de Internet– están basados en su mayoría en EEUU. Pero esencialmente, la vigilancia de la NSA no es diferente de la de GCHQ en Gran Bretaña y del BND en Alemania. Las leyes subyacentes tienen la misma estructura, escriben Heumann y Scott, incluso si “su interpretación puede diferenciarse”.

Heumann y Scott no son los primeros en decirlo. El abogado basado en Berlín Niko Härting, por ejemplo, ha comparado los fundamentos legales del trabajo de la NSA y del BND. También estableció que ambas agencias hacen esencialmente lo mismo porque consideran que todo el que vive fuera de su territorio “carece de derechos”. En breve: se permite que los servicios de inteligencia espíen sin ningún impedimento a extranjeros. Härting señala que es, después de todo, la tarea de servicios de inteligencia exterior, espiar a todos los demás.

Pero Heumann y Scott van un paso más lejos, deplorando la debilidad de los controles legales de los servicios de inteligencia: dicen que son demasiado limitados.

“En todos los tres países los servicios gozan de mucho secreto y libertad cuando se trata de reunir información en el exterior. Los límites legales nacionales y los mecanismos de control solo se aplican a ciudadanos del interior. Y en la mayoría de los casos, esos límites solo entran en efecto después del evento, una vez que los datos de la comunicación en cuestión ya han sido interceptados.”

Los tres países, concluyen, carecen de sistemas robustos capaces de proteger a los ciudadanos contra una vigilancia injustificada.

De los tres países que consideraron, los autores dicen que los controles y equilibrios en Gran Bretaña son los más débiles. Ni el parlamento ni los tribunales están involucrados en la regulación o autorización de programas de vigilancia. La supervisión se limita exclusivamente al interior del servicio per se.

Un punto en la comparación de los autores de Alemania y EEUU se destaca como particularmente interesante. Los tribunales Fisa de EEUU –tribunales que autorizan y regulan la vigilancia en ese país – son muy criticados por reunirse en secreto. En Alemania es lo mismo, dicen Heumann y Scott. Las sesiones del equivalente alemán, la comisión parlamentaria G-10, también tienen lugar en secreto. “Ya que la comisión G-10 se reúne en secreto, no sabemos si y en qué medida defiende sus poderes legales de control”, escribe Heumann.

En los tres países, los marcos legales que regulan la vigilancia son demasiado vagos y amplios. Son: la Ley de Vigilancia de Inteligencia Exterior de EEUU (Fisa), particularmente los párrafos 215 y 702; la Ley de Servicios de Inteligencia Británicos (ISA), y la Ley de Regulación de Poderes de Investigación (Ripa); y en Alemania la Ley BND y la regulación de la intercepción de comunicación, la ley G-10.

Los autores del estudio señalan que la ley alemana G-10 –igual que las leyes en EEUU– solo protege a los residentes en Alemania. Pero en cuanto esas personas se comunican con alguien fuera del país, esa comunicación no es cubierta por la ley y puede ser interceptada. Conversaciones y mensajes que cruzan las fronteras no están sujetos a ningún mecanismo de control. En la práctica, el BND opera en un vacío legal en este aspecto.

En Alemania, la cancillería federal también es responsable por la regulación del BND. Pero la confianza pública en la decisión de este organismo para imponer limitaciones a la agencia de inteligencia ha sido afectada – no por lo menos por sugerencias en agosto de que el escándalo de la NSA fue enterrado sin necesidad de más investigación.

Heumann resume:

“En EEUU, Gran Bretaña y Alemania, la mayor parte de los fundamentos legales de las medidas de vigilancia de agencias de inteligencia provienen de una época en la cual Internet jugaba un papel secundario en las comunicaciones. Las leyes son formuladas en su mayor parte de un modo tan amplio que dejan a los servicios de inteligencia mucho terreno para interpretar sus mandatos. Cuán exactamente las agencias de inteligencia interpretan sus poderes es a menudo información confidencial, y como tal no es comprensible para el público.”

El desarrollo tecnológico ha significado que ahora es posible realizar vigilancia en muchos aspectos. En vista de que al filtrar datos de Internet en tiempo real es pocas veces posible diferenciar de inmediato entre comunicaciones interiores y exteriores, todo es registrado primero y solo entonces es clasificado como datos que pueden ser evaluados y los que no pueden serlo. “En otras palabras: cada comunicación en Internet que pueda ser importante para la inteligencia es almacenada y compartida, no importa qué regulaciones legales se aplican al control de la recolección de esos datos”, escriben los autores.

Con su estudio, Heumann y Scott quieren establecer los fundamentos para un debate internacional sobre la vigilancia. Sugieren cómo servicios y leyes pueden ser alterados para fortalecer los derechos de privacidad. Esta reforma, concluyen, es urgentemente necesitada.

Kai Biermann/Znet