Dios les bendiga mucho. Le voy a narrar unas de las revelaciones que he tenido desde 1985 sobre los maremotos y temblores.
Desde mis 14 años de tiempo en tiempo, hasta ahora Dios me ha mostrado catástrofes fuertes para mi nación: República Dominicana.
En el 1985, sueño que oigo un fuerte ruido y cuando salgo de mi casa y miro a mi izquierda se ve el mar desde mi casa y veo que viene un torrente de agua que había salido del mar y venía arrasando y destruyendo todo lo que encontraba a su paso. Yo cuando veo eso entré en pánico y me tiro de rodillas y levanto mis brazos arriba y grito:“¡¡¡Señor… ten misericordia…!!!, ¡¡¡Señor, ten misericordia!!!”; y ahí desperté.
En otra oportunidad, estaba en el patio de mi casa y veo que alguien quiere robarse unos frutos de mi mata y yo lo echo del patio de la casa, de repente, viene y se mete el mar y viene arrasando, yo corrí y corrí y llego frente al Hospital Público de la Romana, y veo que el agua viene arrasando con todo y yo digo: “¡corran!” y subí a una vivienda de cuatro pisos que se encontraba frente al hospital. Y voy subiendo los escalones, cuando iba rumbo al tercer piso, venía subiendo tras mí un torrente de agua muy fuerte, al entrar y cerrar la puerta se detuvo.
Mirtha predicando |
Entré y pasó un lapso de tiempo y abrimos una ventana, vimos que ¡el agua llegaba al piso de la tercera planta!, y pasó otro lapso de tiempo y cuando la volvimos a abrir la ventana, vimos que ya el agua había bajado y veo en las calles a los paramédicos, bomberos, policías, defensa civil, etc., muchas personas sacando muertos de entre el lodo y los escombros; veía cómo en cada camilla habían montones de muertos, eran como de ocho y diez muertos que ellos ponían, porque las camillas no daban basto.
En eso veo que sacan del lodo a mi hijo, el más pequeño, muerto, y yo caí muy mal, en una crisis de nervios y de repente veo unas manos lindas, rosaditas, delicadas que me dan en el muslo izquierdo y me dice: “Levántate, no es tiempo de que te ponga mal, es tiempo de que corras por las calles y avises a esta nación que viene juicio… ¡¡¡viene juicio!!!”.
Y de repente veo que esas mismas manos me trasladan a un centro olímpico y me coloca en posición de correr y me pasa un megáfono y me dice: “Vete ahora, avísales que se acerca el tiempo”, e hizo con las manos un sonido como de trote y salí corriendo con mi megáfono bocinando: “¡¡viene juicio… viene juicio… viene juicio!!”.
Muestro esta foto porque fue unas de las tantas veces que salí a la calle a pregonar juicio y a los dos días tembló la tierra aquí bien fuerte, en Enero del 2012. Fue la última vez que salí a las calles. Pero cuando me recupere de un tumor cerebral me lanzo de nuevo.
Esta siguiente revelación de verdad que me hizo llorar mucho.
Sueño que estoy parada en un lugar cerca de mi casa y siento una presencia muy linda, sublime, llena de paz y tranquilidad que se para a mi lado izquierdo y me pone las manos en el hombro derecho, solo puedo visualizar una parte de un vestido super blanco y por su presencia sentía y sabía que él era muy alto, super alto.
Y el me decía: “Mirtha, viene juicio para la República Dominicana”, ¡pero Él lloraba y lloraba! y sus lágrimas caían sobre mí, y yo sentía su dolor y lloraba porque Él me transmitió su dolor.
El me decía: “Mi sierva, mi pueblo no me ama… diles que mandaré juicio y el juicio será más por mi pueblo, por la competencia que tienen entre ministerios. No se aman, no me creen; han desviado mi Palabra. Diles que le mandaré juicio”.
En eso Él me paró en la playa de La Romana, que es la ciudad donde vivo, al Este de República Dominicana. El me paró en esa playa y yo veía sus manos que recogían toda las aguas de la playa de Caleta y la levantaba como un muro en la isla Catalina y yo veía muchos peces y especies del mar que se quedaban en la arena, y se movían y luego morían. Cuando Él levantó esa cortina de agua en la Catalina, Él me dijo: “...la detendré, corre y ve y diles que el tsunami está ya activado, que lo voy a enviar”.
Y llorando me decía: “Mi pueblo te creerá, pero los que no son mi pueblo se burlaran de ti”.Me decía esto refiriéndose a los evangélicos.
Yo salí corriendo y gritaba: “¡¡el tsunami está activado, el tsunami esta activado, corran, suban a la azotea, el tsunami está activado!!!”.
Y mientras corría entré a un lugar secreto y vi a muchos líderes de iglesias evangélicas que jugaban billar, juegos de dominó, etc. y yo les dije:“¡salgan, corran que el tsunami está activado!”… y ellos decían burlándose: “ésta siempre dice que viene un tsunami y nunca viene nada”, y esos líderes evangélicos no me hicieron caso y se burlaron y seguían en sus juegos.
En eso yo veía las manos de mi maestro, que aun detenía las aguas y yo me desesperé y corría y corría como loca y los evangélicos se burlaban, pero un inconverso me dijo: “¿qué tengo que hacer para ser salvo?” yo le dije: “corre sube a la azotea que ya es tarde”…
Y entré a una casa con mi familia, en eso veo cómo el agua pasaba y arrasaba con todo y me acordé en ese sueño de la primera experiencia donde me tiré en las calles y abrí los brazos pidiendo misericordia y el agua retrocedió, al acordarme de eso hice lo mismo, pero el agua había acabado con muchas cosas y pedí misericordia y el agua retrocedió.
Cuando salgo a ver el desastre, veo las calles sin gente, porque el mar había matado a muchos, y veo a una mujer con un colmado bendiciendo comida dañada de ratones y le ministraba a la gente así: “tú tiene tristeza… tú esto… tú lo otro” y yo decía: “ella tiene demonio ministrando disparates”.
En la siguiente experiencia, sueño que estaba en un refugio y digo: “ya el maremoto pasó” y cuando salgo veo muchos escombros, desastres, casas encimadas, muchas plantas y árboles caídos, alambres, bueno un total desastre. Y una oscuridad fuerte, tan fuerte que duró más del tiempo que tiene que durar una noche.
Yo y dos personas más caminábamos y había un tremendo hedor a pescado dañado, bien dañado, tanto que en el mismo sueño me daba muchas náuseas ese muy mal hedor y pisaba cosas blanditas y frías, pero cuando me agachaba para ver qué pisaba, porque la oscuridad era fuerte, vi que eran cuerpos de personas muertas, y hedían, estaban aventadas, ¡eran los cuerpos lo que estábamos pisando!, y estaban a punto de explotar. Yo y las personas que habíamos quedado teníamos mucha hambre y sed, pero no había por donde salir ni por donde entrar, por los grandes daños que ocasionó tal maremoto. Y por unos rieles que pasaba la máquina me tiraron un poquito de comida, yo lloraba en el sueño porque muchos murieron por no creerme. Ahí desperté.
Dios le bendiga mucho, espero que el Espíritu Santo les confirme.
Mirtha D.
República Dominicana