Hace días tuve un sueño bastante curioso. Percibí que una indignación generalizada se había adueñado del mundo porque la situación se había vuelto insostenible. Muchos ciudadanos intentaron canalizar dicha indignación a través de Internet, actualizando sus perfiles en redes sociales y escribiendo mensajes contra el gobierno mundial. Al intentarlo, se llevaron una desagradable sorpresa. Los ciudadanos indignados no podían modificar sus perfiles en redes sociales, como si la mano negra del gobierno mundial estuviese detrás de todo.
Por mucho que intentaban hacer patente en público su disconformidad, su descontento no quedaba registrado en Internet. Sentí que la resistencia inicial de la ciudadanía mundial fue derrotada estrepitosamente por el sistema. La sumisión al Nuevo Orden Mundial era aceptada por la gran mayoría de los ciudadanos del mundo porque entendieron que era imposible rebelarse. Y esta situación persistiría durante algún tiempo.