La mayoría de los remedios naturales funcionan sobre una base lógica y se conoce una explicación científica de sus propiedades para curar o ayudar en muchas dolencias, pero hay otros que son eficaces a pesar de no tener ninguna base real, ni siquiera lógica, para que puedan producir los resultados que se obtienen con su uso y que se pueden comprobar en la mayoría de los casos.
Personalmente soy bastante escéptico en todas las áreas de la vida (costumbre que considero muy saludable, y más cuando se habla de salud o cualquier otra cosa que se pueda comprar y vender) pero negar la evidencia de algo que se puede comprobar es una soberana estupidez.
Hoy nos ocupa un remedio para el terrible dolor de muelas, y el inocente remedio para no sufrir este infierno es un trocito de una ramita de SAUCO de unos 2 ó 3 centímetros de longitud y de entre 5 y 8 milímetros de grosor. Lo absurdo del remedio es que no hay que masticarlo ni ingerirlo como sería lógico, sino colgárselo del cuello.
Un árbol de sauco en flor y las bayas que produce |
Aprovechando que el interior de las ramitas de sauco es muy blando, se le puede pasar una aguja que traspase el trocito de ramita a lo largo por su interior, y por allí se pasa un cordón de algodón con el que se cuelga del cuello como si fuera una valiosa joya. Se debe de llevar por dentro de la camisa para que el sauco esté en contacto con la piel.
Esto que parece una inocentada, funciona muy bien. Yo he visto como a varias personas les desaparecía el dolor de muelas al poco tiempo de llevarlo colgado las 24 horas.
Personalmente nunca he tenido este problema, pero cuando me estaban saliendo las muelas del juicio, y se estaban abriendo camino en el espacio reducido que les queda para instalarse, me estaban molestando bastante. Me colgué del cuello el trocito de ramita de sauco que afortunadamente tenía un vecino como árbol ornamental, y se acabo el problema.
Anécdota curiosa:
Una noche me desperté con dolor a las 3 de la madrugada, extrañado me lleve las manos al pecho y no estaba el sauco, me lo había quitado en la ducha y se me había olvidado volvérmelo a poner. Me levanté de la cama, fui a buscar la varita mágica, me la puse otra vez, y a la media hora pude dormir plácidamente toda la noche.
Cuando las cuatro muelas me acabaron de aportar el poco juicio que me queda (hay que tener poco juicio para escribir cosas de las que sabes seguro que se van a reir) me quité el sauco del cuello y nunca más lo he vuelto a necesitar.