sábado, 25 de febrero de 2012

¿Debe un anarcocapitalista votar? Quizás sí…

En principio, se me hace muy difícil pensar que un ancarcocapitalista se planteara siquiera votar. Básicamente porque jamás participaría en un monopolio como es la democracia actual, que fundamentalmente significa el mantenimiento y expansión de los monopolios y privilegios públicos en contra de libertades individuales y del mercado. Participar en este "juego" significaría aceptar el juego, sus reglas, su funcionamiento y, por tanto, sus consecuencias.


Un juego que se traduce en:

  • Impuestos abusivos (si es que hay alguno que no lo sea).
  • Limitaciones brutales en nuestra libertad de actuar y elegir en las que nos convertimos en delincuentes por ejercer nuestra libertad, por ejemplo: la libertad de consumir drogas, la libertad de prostituirse o ser cliente de prostitutas, la libertad de fumar en espacios donde el propietario lo permite, la libertad de automedicarse, la libertad de poseer armas, entre muchísimos otros.
  • Precios de mercado más altos o más bajos de lo que debieran por las innumerables leyes y regulaciones.
  • Servicios "sociales" como la Seguridad, la Sanidad y la Educación, que no solamente son ineficientes sino que además nos salen carísimos (aunque se nos diga que "son gratis y no los paga nadie").
  • Efecto crowding out cuando el Estado desplaza a la iniciativa privada al ponerse a jugar a ser empresario y tratar de proporcionar productos y servicios.
  • Interferir en las relaciones entre trabajadores y empresarios sin que las partes puedan negociar libremente: prohibiendo trabajar más de un número determinado de horas a la semana, estableciendo unos salarios mínimos, imponiendo unos costes de despido, asignando unos "negociadores colectivos", implantando un seguro de desempleo que más bien equivale a desempleo seguro.
  • Dinero fiduciario cuyo valor intrínseco tiende a cero, monopolio de planificación central llamado banco central y crisis económicas de forma cíclica.

Esto se debe a que la democracia actual (socialdemócrata) acaba siendo, como señaló Jefferson, el gobierno de las masas donde un 51% de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49%. Y eso, desde luego, no es nada liberal. Porque actualmente los derechos individuales no son los límites del ejercicio de la soberanía, sino que son destruidos, manipulados y tergiversados. Ciertamente, en este "concurso de popularidad", los anarcocapitalistas no deberíamos participar.

Dicho esto, sí creo que puede haber motivos para insertar una papeleta en una urna: si el no hacerlo te puede perjudicar a nivel personal.

Intentaré explicarme. Parece que aquellos que defendemos unas ideas con cierto convencimiento debamos poco menos que "morir por ellas". Nos sentimos obligados moralmente a defender nuestras ideas político-económicas ante todo aquel que las ponga en duda en cualquier momento y en todo lugar.

Considero esta postura errónea, inmadura e infantil porque significa anteponer nuestra ideología a nuestro bienestar personal. Y no hay nada más antiliberal, antiindividualista y antihumano que el martirio por nada que no seas tú mismo. Con lo único que debiéramos estar verdaderamente comprometidos es con nuestra vida personal y la de las personas que queremos, no con nuestra ideología. Estoy convencido que el martirio no sólo es un error intelectual sino que además es una degeneración del ser humano.

Por lo tanto, considero que hay ocasiones en las que se debe votar, por ejemplo: si por alguna circunstancia la estabilidad o continuidad de tu trabajo depende de tu voto; si vives en una población pequeña y el no votar va a significar un boicot hacia ti y hacia tu familia; si tu mujer o tus hijos se van a enfadar porque no quieres votar y eso conllevará discusiones familiares; si el no votar hace que tus padres se sientan defraudados o tristes (admitámoslo, nuestros padres se sienten decepcionados cuando les decimos que no vamos a votar y que, además, somos anarquistas).

Esta es la postura anarcocapitalista más sensata: no darle ninguna importancia al asunto. Desprenderse del Estado consiste en tomarse con indiferencia (en la medida en que se pueda) "lo que nos ofrece" y nuestra participación en él. Entonces, ¿por qué darle tanta importancia a votar si además sabemos que la relevancia de nuestro voto tiende a ser nula? Demos al Estado la razón como a los tontos si es necesario y no antepongamos nuestras ideas a nuestro bienestar.

Mi consejo para ti, lector anarcocapitalista, es que si en alguna de estas situaciones que he comentado anteriormente ves que puedes salir perjudicado, ¡vota, por Dios, vota! Trágate tu orgullo y tus ideas, tómate unas pastillas para dormir y vota... No seas un degenerado. No des al Estado más importancia de la que tiene, es decir, ninguna. Ah, y luego llama a tus padres para decirles que has votado por el mismo partido que ellos. Eso sí es un acto importante en tu vida.

Autor:  Juan Morillo Bentué