martes, 21 de febrero de 2012

El himno Dies irae, su historia y traducción


Dies Irae ("Día de la ira") es un famoso himno latino del siglo XIII atribuido al franciscano Tomás de Celano (1200-1260), amigo y biógrafo de San Francisco de Asís. También se han considerado como posibles autores al Papa Gregorio Magno, San Bernardo de Claraval o los monjes dominicos Umbertus y Frangipani. Suele considerarse el mejor poema en latín medieval, y difiere del latín clásico tanto por su acentuación (no cuantitativa) como por sus líneas en rima. El metro es trocaico. El poema describe el día del juicio, con la última trompetallamando a los muertos ante el trono divino, donde los elegidos se salvarán y los condenados serán arrojados a las llamas eternas. Este himno se usa como secuencia en la Misa de Réquiem del rito romano extraordinario, pero no aparece en el Misal Romano del rito ordinario de 1970.


Sobre el final

El poema debiera estar completo al terminar la antepenúltima estrofa. Algunos eruditos se plantean si la continuación es un añadido para servir a los fines de conveniencia litúrgica, ya que la última estrofa rompe el esquema de rimas de tres versos en favor de dísticos rimados; además, los dos últimos versos abandonan la rima en favor de la asonancia, y soncatalécticos.


Uso en la liturgia y en el rito romano

A partir del siglo XIV se incorporó a la Misa de Requiem y el Concilio de Trento (1545–1563) lo confirmó como parte fija en esta Misa en la forma ordinaria del rito romano. pero derepente mozar murio y lo termino otra persona.


Inspiración y comentario

La inspiración para este himno parece venir de la Vulgata latina en su traducción de Sofonías I:15–16: Es interesante en la primera estrofa la mención de la Sibila, que adquiere un carácter profético, anunciador del fin del mundo junto con el profeta David. El prestigio de las sibilas en el mundo católico parece deberse a su aparición (concretamente de la Sibila de Cumas) en la Egloga IV de Virgilio, tan apreciada por autores católicos de los primeros siglos.


Fuentes manuscristas

El texto más antiguo se encuentra, con algunas variaciones menores, en un manuscrito del siglo XIII que se conserva en la Biblioteca Nacional de Nápoles. Se trata de un Misal franciscano que se puede datar entre 1253–1255, puesto que no contiene el nombre de Santa Clara de Asís, canonizada en 1255 y que sin duda figuraría si el manuscrito fuera posterior a esa fecha.





Texto original en latín

Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla !
Quantus tremor est futurus,
quando iudex est venturus,
cuncta stricte discussurus !
Tuba mirum spargens sonum
per sepulcra regionum,
coget omnes ante thronum.
Mors stupebit et Natura,
cum resurget creatura,
iudicanti responsura.
Liber scriptus proferetur,
in quo totum continetur,
unde Mundus iudicetur.
Iudex ergo cum sedebit,
quidquid latet apparebit,
nil inultum remanebit.
Quid sum miser tunc dicturus ?
Quem patronum rogaturus,
cum vix iustus sit securus ?
Rex tremendæ maiestatis,
qui salvandos salvas gratis,
salva me, fons pietatis.
Recordare, Iesu pie,
quod sum causa tuæ viæ ;
ne me perdas illa die.
Quærens me, sedisti lassus,
redemisti crucem passus,
tantus labor non sit cassus.
Iuste Iudex ultionis,
donum fac remissionis
ante diem rationis.
Ingemisco, tamquam reus,
culpa rubet vultus meus,
supplicanti parce Deus.
Qui Mariam absolvisti,
et latronem exaudisti,
mihi quoque spem dedisti.
Preces meæ non sunt dignæ,
sed tu bonus fac benigne,
ne perenni cremer igne.
Inter oves locum præsta,
et ab hædis me sequestra,
statuens in parte dextra.
Confutatis maledictis,
flammis acribus addictis,
voca me cum benedictis.
Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis,
gere curam mei finis.
Lacrimosa dies illa,
qua resurget ex favilla
iudicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.
Pie Iesu Domine,
dona eis requiem. Amen.


Traducción

Día de la ira, aquel día
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
como testigos el rey David y la Sibila.
¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
a juzgar todo estrictamente!
La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos
reunirá a todos ante el trono.
La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cuando resucite la criatura
para que responda ante su juez.
Aparecerá el libro escrito
en que se contiene todo
y con el que se juzgará al mundo.
Así, cuando el juez se siente
lo escondido se mostrará
y no habrá nada sin castigo.
¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
cuando ni los justos estén seguros?
Rey de tremenda majestad
tú que, salvas gratuitamente a los que hay que salvar,
sálvame, fuente de piedad.
Acuérdate, piadoso Jesús
de que soy la causa de tu calvario;
no me pierdas en este día.
Buscándome, te sentaste agotado
me redimiste sufriendo en la cruz
no sean vanos tantos trabajos.
Justo juez de venganza
concédeme el regalo del perdón
antes del día del juicio.
Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi rostro.
Perdona, Señor, a este suplicante.
Tú, que absolviste a Magdalena
y escuchaste la súplica del ladrón,
me diste a mí también esperanza.
Mis plegarias no son dignas,
pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
para que no arda en el fuego eterno.
Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los machos cabríos
situándome a tu derecha.
Confundidos los malditos
arrojados a las llamas voraces
hazme llamar entre los benditos.
Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi destino.
Día de lágrimas será aquel renombrado día
en que resucitará, del polvo
para el juicio, el hombre culpable.
A ese, pues, perdónalo, oh Dios.
Señor de piedad, Jesús,
concédeles el descanso. Amén.